
Opinión
Jorgejá y el Apolo: qué caras
"Doloroso cambio: de perrito caliente neoyorquino a perrito faldero cabreado del Puchi. Jo"

No solo se separa el Apolo de la Moncloa del Rey, Pablo Iglesias de la enseñanza pública y Marlaska de las porras policiales: «El kétchup de Heinz se separa de las salchichas de Oscar Mayer». Esto último no lo veía venir. ¿En qué queda ahora el perrito caliente? El mejor lo comí, hace muchos años, en un puesto callejero de Broadway. Y así, como un apetitoso hot dog, veían al Perro Sanxe las alegres divorciadas neoyorquinas cuando caía por allí. En qué salchicha estarían pensando. Ignoramos cómo lo verán ahora, falto de carnes y transformada su faz en Santa Faz dolorida y demacrada. Para acompañarle y aliviarle en los chismes del comadreo, aparece Jorgejá estrenando look facial. Según Boira, se ha sometido a un lifting de unos 10.000 pavos. Él puede y cree que debe, pero, vistas las fotos, parece una recreación de la IA del presentador ideal del futuro.
No estamos ante una guerra de caras famosas, porque ambos son amigos declarados. Al contrario. Parece que Jorgejá le marca el camino al Apolo: lifting, querido, antes de que pierdas definitivamente el voto de las grupis feministas y del Orgullo. Carmen Navarro, esteticista, dice: «La belleza no desaparece, se transforma». Así que el Apolo podría estar en plan crisálida o en plena metamorfosis kafkiana, a saber. Fernando Ónega escribe: «¿Acaso el rostro del presidente refleja el desengaño de su propia obra política? Su cambio físico anuncia algo, aunque no sabemos qué, quizá él tampoco lo sepa». Remata: «Su cara, el retrato del ánimo de un país». Mariló Montero afina: «Cara petrificada por el exceso de botox. Fuerza la sonrisa: no puede disimular que está cabreado por dentro». Doloroso cambio: de perrito caliente neoyorquino a perrito faldero cabreado del Puchi. Jo.
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