
Entrevista
María de León Castillejo: «El suicidio de una influencer me hizo dar un giro a mi trabajo»
Comunicadora y aristócrata, creció en un palacio sevillano y se empapó de arte y espiritualidad. Aunque España vio en ella hechuras de reina, lo suyo es el mundo digital. Hoy nos presenta su libro «Vivir con sentido»

Presentar a una mujer poliédrica como María de León Castillejo es muy tentador, pero el espacio apremia y hay que ir a lo esencial. Rezuma arte, linaje, espiritualidad, belleza, humanidad y mundología. Hija de los marqueses de la Cañada, creció en el palacio sevillano de Lebrija, donde un pariente de Enrique El Cojo, maestro de baile de la duquesa de Alba, le enseñó flamenco. En los noventa, la España casamentera vio en ella hechuras de futura reina, pero su gran amor fue Íñigo de Arteaga, marqués de Távara con grandeza de España, que falleció en octubre de 2012 en accidente de avioneta. En esa fecha hacía agua su matrimonio con el artista Juan Garaizábal, exmarido de Claudia Stilianopoulos, con quien se había casado hacía seis meses. También en 2012 escribió «Vestir con estilo».
Trece años después, nos presenta «Vivir con sentido» (Roca editorial), una exquisita invitación a contemplarnos dejando hablar al silencio y abrazando un amor mayestático. Sabe tanto del alma humana que podría sanárnosla. Aunque adora a Manolo Blahnik, sus pies caminan mejor descalzos entre los elementos del yoga y el misticismo de Teresa de Jesús.
¿Escribir ha sido terapéutico?
Ha sido clarificador. He querido sintetizar todos los aprendizajes trascendentales que he atesorado. Escribir es una manera de no encerrarme en mí misma y de ordenar todas las ideas que tengo en mi cabeza. Me ha aportado mucha paz mental. Ha sido un proceso de mirada hacia mi interior, de tomar conciencia de quién soy, dónde estoy y hacia dónde voy.
En su libro tiene muy presente el anhelo de trascendencia.
Me importa explorar la manera de dejar mi huella en los demás. No implica alcanzar ni fama ni dinero, sino tomar la decisión de enfocar nuestra vida en aportar valor al mundo y dejar una buena impronta en nuestra familia o comunidad. Es muy satisfactorio descubrir para qué te ha preparado la vida.
La moda y, en general, la estética son parte de su vida. ¿Cómo la integra en su espiritualidad?
No es contradictorio, sino parte de una vida armónica y llena de sentido. Es un camino que inicié integrando la meditación y el yoga. Son disciplinas que practico a diario, igual que mi fe cristiana. Vestir y cuidar nuestro cuerpo nos permite vivir aquí y ahora, gozar de calidad. Es tan importante como la dimensión trascendente que forman la mente y el espíritu, y con la que conectamos con nuestros pensamientos, emociones y anhelos. Igual de importante es la dimensión biográfica, que nos lleva a nuestra historia personal y a las circunstancias que nos tocan.
¿La vida no ocurre tal y como la vamos planeando?
No asumir esto nos causa sufrimiento. Hay que aceptar la realidad y descubrir nuestros talentos y dones para crecer con ellos.

Ha tenido momentos muy duros. ¿Cómo los ha gestionado?
Con un propósito que diese sentido a mi existencia. Leyendo a Viktor Frankl aprendí que la última de las libertades humanas es la de elegir nuestra propia actitud ante cualquier circunstancia y que es más fácil lidiar con el sufrimiento si le damos un sentido. El propósito vital es una buena medicina para aliviar las heridas del alma. Me fascina descubrir quiénes somos para dar nuestra mejor versión. No es un propósito estático, sino que he dejado que vaya evolucionando de la mano de la belleza, la naturaleza, el arte, la meditación, la espiritualidad, la creatividad y la cultura.
¿El mundo de las influencers, que usted conoce bien, se aleja de esta autenticidad?
Las redes son una oportunidad para cambiar el mundo. Es algo que entendí cuando vi que no me motivaba compartir una foto bonita que no aportaba más que el comentario positivo de mis seguidores. Quería contribuir al crecimiento personal de mi comunidad virtual y a la vez formar parte de iniciativas que tuvieran un impacto positivo y ayudara a humanizar el sector. Por eso, saqué adelante iniciativas digitales como el programa de Marca Personal, Liderazgo e Influencia Digital y mi proyecto Referencers.
¿El mundo influencer podría tener sus días contados?
Mi propuesta es una evolución. Frente al influencer, el referencer, que aporta valor a la vida de las personas, se muestra natural y comparte una experiencia que ayuda a romper tabús. Más allá de su beneficio económico o reconocimiento, le mueve ese propósito humanista. El usuario premia más las vidas con luces y sombras.
¿La desnudez en la alfombra roja le parece belleza?
Hay que saber dónde están los límites. No es bello porque no responde a una decisión individual. El misterio, la sugerencia y cuidar lo más íntimo es lo elegante.
¿Le preocupa la salud mental de las influencers?
El suicidio de una influencer en 2017 me llevó a dar un giro humanista a mi trabajo en el ámbito y enfocarme en proyectos educativos que fomentaran un cambio en el ámbito digital. Es tremendamente triste ver los casos de suicidio, especialmente en los jóvenes, por una sensación de vacío existencial que lleva a la desesperación. Una vacuna muy efectiva para cuidarnos y levantarnos es tener un propósito que nos eleve. Fue nadar contracorriente, pero mi abuelo Eduardo siempre me decía que el mundo es de Dios y Dios se lo alquila a los valientes.
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