Triste despedida a los 76 años
Muere Claude Montana, el diseñador que puso de moda las hombreras en los años 80
De padre español y madre alemana, el modisto fue pionero en vestir a la mujer con aires masculinos. Sus rotundas hombreras hicieron historia
Dura noticia con la que termina la semana en París. Claude Montana ha perdido la vida a los 76 años en un hospital de la capital gala, tal y como han informado desde su círculo más íntimo a la agencia de noticias AFP: “El hospital Bretonneau en París informó de su fallecimiento esta mañana”. La muerte del prestigioso modisto francés, de padre español y madre alemana, deja huérfana a la moda misma parisina. Su figura fue clave en la década de los 80, convirtiendo los desfiles de alta costura en auténticos espectáculos y metiéndose de lleno a la crítica en el bolsillo y acercando el sector a un público más general, cada vez más interesado en la moda.
Aunque en el currículo profesional Claude Montana no reza ser el creador de las hombreras –fue Elsa Schiaparelli-, siempre pasará a la historia por darle un uso magistral. Elevó este complemento y lo convirtió en su elemento fetiche, dándole más protagonismo con un tamaño más rotundo y llamativo. Esto, junto a su pasión por las cinturas diminutas, propias de la década de los 80, dotaba a sus diseños de un contraste infinitamente replicado después. “El trabajo de Claude Montana encarnaba una artesanía excepcional. Sus atrevidas creaciones influyeron en toda una generación de diseñadores”, mantiene Bruno Pavlovsky, presidente de la Federación Francesa de la Moda. Y es que fue pionero en diseñar ropa de mujer con claros aires masculinos, rompiendo barreras que aún siguen conquistándose.
Claude Montana nació en 1947 y 30 años después ya era todo un icono de la moda en París. Fundó su propia marca en 1979, con la que perpetuó su pasión por las hombreras desproporcionadas que tanto definió el estilo de la década de los 80. Quizá por ser el diseñador fetiche de algunas estrellas del momento como puede ser Cher, con la que mantenía una estrecha amistad. Eso sí, en cuanto al amor se lo entregó a Wallis Franken, que además de convertirse en su esposa en 1993, también gozaba del honor de ser su musa. Que fuese abiertamente gay no fue un impedimento a su paso por el altar. Eso sí, la polémica estaba servida y fueron muchos los que criticaron tal excentricidad.
Quizá no supo digerir bien el éxito, pues en la década de los 90 comenzó a perder presencia en la pasarela e influencia en la industria. Muchos son los que señalan a sus problemas con las drogas y el alcohol este ocaso personal y profesional. Pero también los hay que lo aducen a la presión que se cernía sobre él tras encumbrarle a lo más alto: “Ser idealizado es peligroso. No puedes ser objetivo”, aseguraba el historiador de moda Cameron Silver. Algo que después confirmó el propio Claude Montana al reconocer que “realmente me gustaría volver, pero no de la misma e intensa manera. Fue un shock dejar así el mundo de la moda. Con eso dicho, no me podría acostumbrar nunca a las críticas. Me las tomo siempre de manera muy personal”, confesaba en 2013 en el documental ‘Montana: el relanzamiento’, donde muchos compañeros de profesión lo describían, destacando entre otros aspectos su lado obsesivo y perfeccionista.
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