En Madrid
El palacio "fantasma" de Encarnita Polo que nunca existió
Aunque Rappel le adjudicase una propiedad lujosa en Madrid, lo cierto es que vivía de alquiler en la capital, en un piso que su hija le ayudaba a pagar
Nadie se explica que Rappel intente adjudicar un palacio madrileño a Encarnita Polo, porque ese presunto palacio “fantasma” nunca existió. La cantante, a lo más que llegó, y hace muchísimos años, fue a vivir en un precioso ático en la calle García de Paredes, muy cerca del Paseo de la Castellana que, tras divorciarse del argentino Adolfo Waitzman, fue adjudicado judicialmente a su exmarido. El resto, y lo digo con conocimiento de causa, porque la visité en sus otros domicilios, fueron pequeños apartamentos en los que ella lloraba sus desdichas. La vida no fue generosa con Encarnita, sus carencias económicas le pasaron factura y su alegría de siempre se convirtió en pena.
Las joyas a las que también se refiere Rappel acabaron empeñadas en el Monte de Piedad, nunca las recuperó. De ello se lamentaba con frecuencia cuando coincidíamos en algunos actos sociales. Llegó un momento en el que ya no tenía dinero ni para pagar un alquiler, y por eso decidió dejar la capital madrileña para irse a Ávila, donde de reside su hija Raquel. Dicen que esta le pagaba el alquiler de un pequeño piso en la ciudad abulense y que tiempo después se la llevó a vivir a su casa, porque su estado de salud no era bueno. La relación madre hija fue siempre inmejorable, que nadie piense que la segunda dejó de preocuparse por la primera.
De ahí, a inicios de este año, y al ser diagnosticada con un principio de Alzheimer, Raquel decidió que ingresara en una residencia, en la que, como todos nuestros lectores saben, fue asesinada el pasado jueves 14 de noviembre. Su enfermedad avanzaba y, según nos desvela una persona de su entorno, “creía que estaba viviendo en un hotel”, a lo que el mismo Rappel añade que “ella nunca quiso que la ingresaran en una residencia”. Las circunstancias de la vida y su enfermedad recomendaron lo contrario. En el centro era una de las residentes más queridas, nunca perdió su sempiterna sonrisa, hoy apagada definitivamente.