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Opinión

Los sábados de Lomana:Mi homenaje a la mujer rural, que sobrevive a mil batallas

Un gran olé por todas ellas, que no permiten que la vida las doblegue

Premios Women en La Razón. Félix Ramiro, Carmen Lomana y Francisco Marhuenda, Jesús G. FeriaLa Razón

Esta semana ha sido especial y bonita. He decidido aparcar el momento político, porque me resulta insoportable tanto cinismo. ¿Puede compensar a una persona mantenerse en el poder sabiendo que se está cargando el prestigio que algún día tuvo el PSOE? Cada día que pasa sale más fango y corrupción con personajes abyectos que da vergüenza solo ver su aspecto y sus caras. Sánchez ha pasado de ser «el guapo del barrio» a ser patético y dar risa cada vez que habla. También es capaz de dar un giro y seguir tan «pichi» en el poder, que es lo único que le importa.

Como les decía, para mí ha sido bonito que este periódico me haya entregado un premio a la mujer Silver en la primera edición de los premios Women Inspira. Como dije al agradecer el galardón, creo que el último premio me lo habían entregado en el colegio. Siempre me daban premios por tener el pupitre más ordenado, por buena educación o por dibujar todas las pizarras en Navidad (dibujo muy bien), pero nunca por ser la mejor estudiante, aunque tampoco lo pretendía. Con aprobar, ya era suficiente, no perseguía matrículas de honor. De todas formas, este premio del periódico donde escribo desde hace doce años, me ha hecho muy feliz, y también aprovecho para defender el papel por encima de todo. Recibir el periódico a las 7:00 a.m. es lo más evocador. Me produce felicidad esa mezcla de olor a café y papel, subrayar lo que me interesa, recortar noticias, a la vez que también escucho la radio. Siento así que salgo de casa bien informada para enfrentarme a «la guerra de las mil gestiones». La información es poder y seguridad, te da la posibilidad de tener criterio y opinión propia.

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Estos premios tienen el plus de ir dedicados, en su mayoría, a mujeres inspiradoras de todas las generaciones. Me gustaría que alguno de esos premios fuese alguna vez para mujeres del medio rural, que han resistido y resisten a todos los avatares y problemas que se han enfrentado en su vida. Les voy a contar el caso de Isabel, una mujer de La Mancha que parece sacada de una película de Almodóvar.

El miércoles, apareció Isabel en mi casa, que venía a Madrid del pueblo y me traía limones, huevos, bizcochos y galletas. Todos esos productos ricos y naturales que, por tradición y educación, te ofrecían tus amigas del pueblo como regalo al llegar a la ciudad. Ella es la madre de un chico muy fan mío que se suicidó de forma muy dramática por un desamor. Un caso terrible. Y siempre se muestra agradecida por cómo traté a su hijo. Incluso en la boda de otro, le envié mi coche y mi chófer para que pudiera «impresionar» en su pueblo. Ahora, ella me contaba que un novio que tenía la había dejado después de cuidarle mil achaques durante siete años, y encima, sin echarle «ni un polvo» (palabras textuales) porque era diabético. Más tarde, ella se rompió la cadera y la dejó plantada porque no tenía ganas de cuidar a nadie.

Muerta de risa nos cuenta un secreto: «¡Me he comprado un Satisfayer! Y me “satisfayo”». Así, tal cual. A Sandra y a mí nos dio un ataque de risa porque había que escucharla con su gran acento manchego y su enorme naturalidad: «Ya no necesito ningún hombre y voy al pueblo a bailar al centro de la tercera edad, que lo paso fenomenal, y también jugamos a las cartas, tenemos peluquería, comemos, y nunca me siento sola». ¿No es para hacerle un reconocimiento en nombre de tantas mujeres rurales que han sobrevivido a cien mil batallas? Un gran olé, por ella y por todas las mujeres que no permiten que la vida las doblegue.