Falleció en marzo

La última melodía de Felipe Campuzano: deja una herencia con deudas

De tocar en la Casa Blanca a dejar un piano en Wallapop: la herencia imposible de un genio que nunca supo llevar las cuentas

Felipe Campuzano
Felipe CampuzanoA.TiedraTiempo

La vida de Felipe Campuzano siempre estuvo marcada por la música. Pianista de alma flamenca, compositor prolífico y figura aplaudida en escenarios de medio mundo, fue el primer intérprete de habla hispana en hacer sonar su piano en la Casa Blanca.En marzo pasado, a los 79 años, murió en su casa de Marbella, dejando tras de sí más de setecientas obras registradas en la SGAE y un legado artístico que forma parte de la memoria sentimental de varias generaciones. Sin embargo, la herencia que dejó a sus hijos dista mucho de reflejar esa grandeza, según publica en exclusiva Paloma Barrientos, en Vanitatis.

Campuzano fue autor de títulos que se convirtieron en himnos populares, como "Amigo conductor", "Te estoy amando locamente" o "La minifalda". Su música formó parte de la banda sonora de un país que cambiaba de piel en los años setenta y ochenta, pero su talento no se tradujo en estabilidad financiera. "Era un gran compositor y muy malo con su economía", reconoce con sinceridad el abogado Dumet Grayeb, que además de defenderle en procedimientos legales, fue su amigo cercano.

Una herencia marcada por las deudas

El pianista vivía en un piso de la lujosa urbanización Las Cumbres, en plena Milla de Oro marbellí. Sin embargo, no era de su propiedad: pertenecía a un fondo de inversión que le permitió disfrutarlo hasta el final de sus días. Con su muerte, la vivienda ha regresado a manos de sus dueños legales, que ya han iniciado un procedimiento judicial para recuperarla. No forma parte, por tanto, de la herencia.

Esa es la paradoja de Felipe Campuzano: un creador celebrado en los salones más prestigiosos, aplaudido por mandatarios internacionales, pero que no dejó patrimonio material a sus cinco hijos. Su única joya personal era su piano Yamaha MX100A, el instrumento con el que comenzaba y terminaba cada jornada, casi como un ritual. Ese mismo piano, cargado de historia y de melodías inmortales, ha aparecido recientemente en Wallapop con un precio de salida de 25.000 euros.

El piano en Wallapop

El anuncio no escatima en romanticismo: "Piano con historia acariciado por el gran compositor Felipe Campuzano. En este maravilloso piano dejó colar su alma creativa y genial, y compuso canciones, melodías y obras maravillosas que quedan para la historia de la música flamenca y contemporánea". Una descripción que mezcla la venta con la hagiografía, y que resume la contradicción de este final: el tesoro más preciado de un artista universal convertido en objeto de compraventa en una aplicación móvil.

Más allá del valor económico, el caso revela una herida más profunda: el olvido. Cuando su abogado propuso al Ayuntamiento de Marbella poner su nombre a una calle, la respuesta fue desoladora: "Me dijeron que no les sonaba quién era Felipe Campuzano". Una frase que resume el destino de tantos artistas que marcaron una época y que, sin embargo, se desvanecen en la memoria colectiva.

Campuzano, que en vida fue capaz de elevar el piano flamenco a un nivel internacional, no deja detrás de sí propiedades, sino canciones y recuerdos. Su verdadero patrimonio sigue estando en la música, aunque, para sus hijos, lo tangible se resuma ahora en un piano en Wallapop.