Cirugía refractiva

Anita Matamoros y la operación que marca un nuevo comienzo

La hija de Kiko Matamoros y Makoke se somete a una cirugía refractiva que le permite despedirse de sus gafas. Lo hace en un momento personal delicado, tras meses de problemas de salud y con la determinación de donar su colección de lentes a quienes más lo necesiten

Anita Matamoros en la cama con dolores dervicales
Anita MatamorosInstagram

Anita Matamoros ha aprendido a contar su vida en capítulos, y muchos de ellos se comparten en directo con los cientos de miles de seguidores que la acompañan en Instagram. Este septiembre, la influencer ha decidido dar un paso que llevaba tiempo esperando: someterse a una cirugía refractiva para corregir su visión. Con entusiasmo y cierto humor, lo anunciaba a golpe de mayúsculas en sus redes: "¡¡¡Mañana me operoooo!!!".

La operación, realizada el 23 de septiembre en una clínica madrileña, supone un cambio que ella misma define como "de vida". Se trata de una técnica que modifica la córnea o implanta lentes intraoculares para tratar la miopía, la hipermetropía o el astigmatismo. En su caso, significa liberarse para siempre de las gafas, un accesorio que la ha acompañado desde la adolescencia. "Sería increíble regalaros mi colección de gafas, pero también sería un jaleo. Creo que directamente las voy a donar todas, que las tenga quien las necesite", escribió, transformando un gesto personal en una acción solidaria.

El día de la intervención, Anita compartió detalles de su rutina previa con la naturalidad que la caracteriza: "De camino a dejar de ser topito escuchando el nuevo discazo de Parcels", escribió, enfundada en un jersey cómodo y unas gafas de pasta que pronto se convertirán en recuerdo. La operación fue breve y, según contó, indolora. El resultado: un horizonte nuevo, libre de lentillas y cristales empañados.

Entre sustos y resiliencia

La intervención llega tras un año complicado en términos de salud. A principios de septiembre, Anita encendió las alarmas al confesar que se había despertado incapaz de moverse debido a una hernia cervical. El episodio la obligó a cancelar compromisos laborales y a medicarse con analgésicos y antiinflamatorios. Ella misma lo describió, con ironía, como "un cóctel molotov en to’ lo alto".

En esa convalecencia no estuvo sola: su pareja, Johnny, permaneció a su lado, adaptando entrenamientos y rutinas para cuidarla. "Soy la peor paciente del mundo. Odio estar en reposo", admitió, visiblemente frustrada por la limitación física.

No era la primera vez que su salud acaparaba titulares. Durante el verano, relató cómo uno de sus hombros aparecía más elevado que el otro, un desajuste que la llevó a pensar en la posibilidad de una escoliosis. Aunque prefirió guardar silencio sobre los resultados médicos, sí compartió su inquietud con sus seguidores, evidenciando una vez más el frágil equilibrio entre su vida privada y la exposición pública.

Un gesto con simbolismo

Más allá del carácter médico, la operación ocular adquiere un significado emocional. Anita, que se mueve entre el papel de hija de dos rostros televisivos y el de creadora de contenido con voz propia, convierte su decisión en un pequeño manifiesto: desprenderse de un objeto tan personal como sus gafas para que otros puedan aprovecharlas. Un gesto simbólico que habla de un deseo de cerrar etapas y mirar hacia adelante.

En un momento en el que sus problemas de salud podrían haberla paralizado, Anita ha optado por transformar la experiencia en un punto de inflexión. La cirugía refractiva no solo le devuelve la nitidez visual: también representa un nuevo capítulo en su historia, donde la fragilidad se convierte en fuerza y la exposición pública en un espacio para compartir, sin filtros, tanto la vulnerabilidad como la esperanza.