Artistas

«Picardía española», por Miguel Temprano

«Picardía española», por Miguel Temprano
«Picardía española», por Miguel Tempranolarazon

Si nos comparamos con el resto de los países, llegamos a la conclusión de que en España nuestro «star system» no padece por problemas de desahogo sexual. Aquí no está perseguido socialmente como en EE UU. En España, el tío más asqueroso y obseso, a Dios gracias, es Torrente, y todavía no ha salido de las pantallas para hacerse realidad. Nosotros, que somos un país en el que los únicos que tocaban cacha eran Esteso, Pajares y Alfredo Landa, no sabemos de obsesiones como las de Michael Douglas. ¿Se imaginan a nuestros actores o personajes ingresando en una clínica para desintoxicarse de su adicción al sexo? Nuestros machos ibéricos han evolucionado mucho: «Los bingueros» han dado paso a personajes semicasposos. Hemos entrado en la «era Paquirrín» y sus chonis poligoneras. Es la referencia, porque lo que es actores con multitud de relaciones, novias y sucedáneos, no hay. Hasta Miguel Ángel Silvestre es fiel pudiendo tener a los pies de la cama a media sección femenina. Antes de que Paquirrín irrumpiera en las listas del «top-ligón» veníamos de una época no mejor de cubanos metidos a actores porno que destronaron a nuestro mejor «galán de discoteca»: Mark Ostarcevic. A éste sí que han podido ingresarlo por ser unos de los «dandis» más polígamos. Pero, claro, tiene un fallo: ¡es croata!. Hace años se habló mucho del difunto Paco Marsó. Otro que realmente tenía un problema entre sus extremidades. Lo que no se gastaba en la mesa de juego se lo jugaba en la cama. Pero nunca nadie, ni su ex, ni sus hijos, hicieron por ingresarle para desengancharle de estos dos juegos. Tampoco Antonio Banderas ni Javier Bardem dan el perfil para este estudio comparativo, pero ¡eureka! ya lo tengo. Joven, famoso, con dinero, hijo de una reconocida cantante y de un torero... y es aficionado a los locales de «lucecitas». Sí. El hijo de Jurado y Ortega Cano: José Fernando. Según han contado él mismo y su primo, cada vez que le entra algo de dinero se lo funde en los farolillos rojos... Eso sí que, al menos, hay que hacérselo mirar.