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Hipocresía

Beatriz Gutiérrez Müller: el sueño español de la «anti primera dama» mexicana

Intelectual, reservada y crítica del pasado colonial, la mujer de López Obrador se aleja de los reflectores de Palacio Nacional para buscar una vida académica en el mismo país al que exigió disculpas por la Conquista

El expresidente de México, Andrés Manuel López Obrador, acompañado de su esposa Beatriz Gutiérrez Müller, durante el 209 aniversario de la Independencia de México, en Ciudad de México. José MéndezEFE

A contracorriente, como siempre. Así ha sido Beatriz Gutiérrez Müller desde que irrumpió en la vida pública como esposa de Andrés Manuel López Obrador. Nunca se sintió cómoda con el título de «primera dama», y lo dejó claro desde el principio: no lo aceptaría ni lo encarnaría. Su perfil no encajaba en el molde tradicional. Ni florero ni celebridad. Intelectual, periodista, doctora en Teoría Literaria, poeta ocasional. Hoy, vuelve a ocupar titulares, no por declaraciones polémicas contra el pasado colonial o posturas ideológicas, sino por una decisión que ha despertado una oleada de curiosidad: su posible mudanza a España.

La misma España a la que en 2019, con férrea convicción histórica, exigió una disculpa por los abusos cometidos durante la Conquista. La misma España que hoy, paradójicamente, podría convertirse en su nuevo hogar.

López Obrador junto a su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, en las ruinas de las pirámides de Teotihuacánlarazon

Según trascendidos diplomáticos, Gutiérrez Müller se ha acercado al consulado español en Ciudad de México para explorar las vías que le permitirían acceder a la ciudadanía española, aparentemente por motivos académicos. Desde su entorno, se afirma que el interés responde al deseo de continuar su trabajo intelectual en universidades europeas. Desde fuera, la paradoja es evidente. No es una mudanza cualquiera. Beatriz Gutiérrez Müller es figura pública ‑aunque lo deteste‑ y el simbolismo de su decisión no pasa desapercibido. En más de una ocasión, la historiadora reiteró sus críticas hacia la Corona española, argumentando desde una óptica académica la necesidad de revisar la narrativa de la conquista de América. Fue, de hecho, la principal impulsora de la misiva enviada por López Obrador al Rey Felipe VI en 2019, en la que se pedía un acto de contrición formal por parte del Estado español. Aquella carta generó una crisis diplomática que aún colea.

Doble moral

Por eso, su interés actual por establecerse en España ‑aunque esté justificado por sus raíces familiares en Castilla y Cataluña‑ ha generado más de una ceja levantada. ¿Una contradicción o una evolución? Para algunos, el símbolo de una doble moral; para otros, la manifestación de una mujer que, más allá de las banderas, busca seguir siendo fiel a su vocación académica.

Andrés Manuel López Obrador, junto a su mujer Beatriz Gutiérrez Muller, ofrece un discurso a sus seguidores en el Hotel Hilton Hilton tras conocer su victoria / Aplarazon

El contraste entre Gutiérrez Müller y su antecesora en Los Pinos, Angélica Rivera, no podría ser más marcado. Rivera, conocida como «La Gaviota», llegó a la residencia presidencial tras una exitosa carrera como actriz de telenovelas. Su paso por el poder estuvo marcado por el escándalo, especialmente tras la difusión de un reportaje que evidenciaba la adquisición de una casa de lujo presuntamente ligada a contratos del Gobierno. Su defensa pública, basada en su historial como estrella de Televisa, no convenció a todos.

Gutiérrez Müller, en cambio, llegó a Palacio Nacional con una trayectoria propia, forjada en universidades, redacciones y bibliotecas. Publicó libros, obtuvo un doctorado, trabajó como asesora de comunicación y se mantuvo siempre en un segundo plano, aunque no exento de influencia. Fue clave en la creación y dirección del Consejo Asesor de la Coordinación Nacional de Memoria Histórica y Cultural de México, desde donde impulsó una visión revisionista del pasado nacional. No ocupó cargos oficiales, pero su huella está en varios ejes ideológicos del gobierno lopezobradorista.

Ha sido defensora férrea de su marido ante los embates de la prensa. En una entrevista con Marisa Iglesias, durante la campaña electoral de 2018, criticó con dureza los rumores sobre la salud física y mental del entonces candidato, arremetiendo contra lo que llamó «una campaña de tergiversación y paranoia». Su tono directo, sin concesiones, se volvió un sello distintivo.

A nivel personal, la historia de amor entre Beatriz y Andrés Manuel comenzó en los pasillos del gobierno del Distrito Federal. Ella, periodista y asesora; él, jefe de Gobierno. Su relación se consolidó en 2006, tras la derrota electoral de López Obrador, y en 2007 nació su hijo Jesús Ernesto. A diferencia de las familias presidenciales tradicionales, la suya optó por la privacidad. Su hijo ha vivido en Londres por temporadas, y ellos mismos han atravesado periodos de distanciamiento, según versiones periodísticas.

Un paso al costado

Ahora, con López Obrador dejando la presidencia y Claudia Sheinbaum asumiendo el poder, Beatriz Gutiérrez Müller parece lista para dar un paso al costado, sin escándalos, sin comunicados, pero con una decisión de alto contenido simbólico. Desde España, podría continuar su labor como investigadora, lejos del barullo político mexicano, y quizás más cerca del silencio que reclama la poesía que tanto ama.

¿Es contradictorio instalarse en el país del que un día se pidió perdón por los agravios históricos? Tal vez. Pero también es una ironía digna de quien ha hecho de la historia su campo de batalla. Porque si algo ha demostrado Beatriz Gutiérrez Müller es que no teme a las paradojas. Las piensa y, ahora, quizá también las viva.