
Condenado
Carla Bruni reaparece tras salir Sarkozy en libertad condicional
Veinte días de prisión después, el ex presidente francés sale bajo control judicial. La cantante y modelo, demacrada y en silencio, personifica el peso simbólico: cuando cae un expresidente, Francia mira el rostro de su mujer para medir la grieta

Las primeras imágenes de Carla Bruni saliendo del Tribunal de Apelación de París este lunes llevan a Francia a su obsesión favorita: leer la política a través del drama íntimo. En la escena -el pasillo, el fotógrafo, el frío, el abrigo negro- no hay ningún elemento casual: es teatro de Estado. La cantante, modelo y ex primera dama aparecía, según Paris Match, "con el rostro demacrado". Y ese adjetivo —demacrada— ha marcado el día, porque dice mucho más que todos los párrafos de jurisprudencia.
Su presencia tenía un propósito: solicitar la libertad bajo fianza de Nicolás Sarkozy, tras veinte días encerrado en La Santé. Fue ella quien se sentó junto al equipo legal. Fue ella quien asumió la carga visual de la caída: la esposa defendiendo al expresidente. La vista generó un despliegue mediático imponente: Sarkozy no es solo un culpable o inocente procesado, es un tótem francés que se juzga en directo.
No puede salir de Francia
La petición fue aceptada. Sarkozy pudo abandonar la cárcel horas después. Pero el permiso es una libertad amurallada: no puede salir de Francia, no puede contactar con los otros condenados y tiene vetado el contacto con el ministro de Justicia, Gérald Darmanin. Una libertad vigilada que, en su sintaxis jurídica, ya plantea una ironía: el expresidente de la República, dentro de su propia república sin fronteras, atrapado dentro de las fronteras que él mismo administró.

Brunino esperó a la rueda de prensa. Volvió a casa. Recibió la noticia en el coche, con los hijos de Sarkozy -Pierre y Jean- a su lado. Una imagen de familia en tránsito. No hay nada más francés: la política en la ventanilla del coche, y la tragedia en la mirada hacia un punto indefinido fuera de cámara.
El 21 de noviembre, Sarkozy entró en la prisión de La Santé para cumplir cinco años de condena: la primera vez que un expresidente francés es encarcelado. Los cargos son de los que manchan para siempre: haber permitido que sus colaboradores negociaran con el régimen de Gadafi para financiar su campaña presidencial. Es la materia negra de la política: dinero, poder, extranjero.
Cuando lo encarcelaron, Bruni lo despidió entre lágrimas. Sus hijos, Jean y Louis, organizaron una protesta silenciosa en el distrito 16: familia en la calle, cartel discreto, la burguesía del XVI jugando a ser piquete para acompañar a su patriarca caído.
Y ahora, en este 10 de noviembre, Carla vuelve a la prensa con un único plano: el rostro. Eso es lo que queda cuando cae un sistema: la cara de la mujer que sigue aquí, sin hablar. Porque el país, antes de leer el BOE francés, mira a Carla Bruni para saber si Francia todavía tiene pulso.
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