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Opinión

El diario de Amilibia: Rufián y la mano oculta

He observado que cuando se dirige al Apolo de la Moncloa en el Congreso, lo hace con la mano derecha metida en el bolsillo del pantalón

Rufián insiste en que, además de "llorar", hay que "hacer algo" antes de las elecciones: "Sea un mes o un año" EUROPAPRESS

La historia de la modelo y honrada trabajadora del porno, Anaís, que se encontraba en la casa valenciana de Ábalos cuando la UCO la registró y que trató de ocultar un disco duro en sus pantalones (agudos observadores dicen que en sus bragas), me lleva a otra historia, la del reportero gráfico Manuel Hernández de León, Manolín para los amigos, que fotografió todo el 23-F en el Congreso y logró salvar su extraordinario trabajo del cacheo de la guardia civil ocultando la película en sus gayumbos.

Los agentes intervinieron el rollo que llevaba en la cámara, que era virgen, pero no el que tenía pegado a los dídimos, que se convirtió en gran exclusiva de la agencia EFE. ¿Están seguros los agentes de la UCO de que el disco que descubrieron en la modelo era el que Ábalos quería salvar o se trataba de un maniobra de distracción para esconder el dispositivo más comprometedor en sus gayumbos?

No se sabe. Pero, qué no sabríamos ahora si en su día hubieran registrado las prendas íntimas de todas las señoritas de compañía de la famosa banda "La Carlota se enrolla que te cagas". Y los calzoncillos de ellos, claro.

Hablando de ocultaciones: he observado que cuando Rufíán se dirige al Apolo de la Moncloa en el Congreso, lo hace con la mano derecha metida en el bolsillo del pantalón. Expertos en mensajes no verbales y psicólogos me cuentan que el gesto puede significar desinterés por el interlocutor, cierto pasotismo o desconfianza. De ser así, la mano en el bolsillo de Rufián no significaría tan solo chulería o desconexión, el gesto iría más allá de sus palabras: ¿qué decirle a un Apolo ya zombi? Le grita que "la izquierda no puede robar". Pero él deja la mano protectora en el bolsillo, por si acaso.