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Qué fue de Raquel Morillas, la concursante de "Gran Hermano 3" que pide ayuda para su sobrino

Vivió una intensa historia de amor con Noemí Ungría. Hoy, su vida es muy diferente y lucha para salvar al hijo de su hermana de la violencia vicaria

Raquel Morillas
Raquel Morillas en un plató de Telecinco / Mediasetlarazon

Raquel Morillas fue una de las concursantes más destacadas de "Gran Hermano 3". Allí conoció a Noemí Ungría, una mujer que se definía como heterosexual pero que terminó enamorándose de ella. De hecho, se casaron cuando salieron de la casa de Guadalix de la Sierra y vivieron una intensa historia de amor que, por desgracia, terminó en 2004 con su divorcio.

Uno de los episodios que más se recuerdan es el grave accidente de tráfico que ambas sufrieron. El vehículo en el que viajaban, descapotable, se despeñó por un terraplén de siete metros, dando varias vueltas de campana y causando graves heridas en Morillas. Aunque Ungría salió casi intacta, su entonces pareja sufrió traumatismos craneoencefálicos y un golpe fuerte en la cara por el que requirió ser intervenida de urgencia.

Noemí Ungría y Raquel Morillas en "Gran Hermano"
Noemí Ungría y Raquel Morillas en "Gran Hermano"Mediaset

Morillas arrastra las secuelas de este brutal accidente hasta el día de hoy, y ahora se gana la vida como vendedora de cupones de la ONCE.

En sus redes sociales, donde cuenta con más de 40.000 seguidores, presume de una vida feliz y hace gala de su buen humor. Desde hace tiempo mantiene una relación Noah Soriano, una profesora de pilates que se define a sí misma como una "apasionada del deporte, la fotografía, la moda y de la vida". Las dos parecen estar muy enamoradas y Morillas no escatima en muestras de cariño públicas que dedica a la que parece ser la mujer de su vida.

Pero más allá de presumir de relación y divertir a sus seguidores, Morillas también utiliza la visibilidad que tiene en sus redes sociales para pedir ayuda para su sobrino Antonio, el hijo de su hermana Alicia. La que fuera concursante de "Gran Hermano" asegura que el pequeño es víctima de la violencia vicaria y el abandono institucional. En su último mensaje, Raquel clama que su sobrino pueda seguir trabajando con su integradora, algo fundamental para que el niño "pueda tener una vida normal" después de haber sufrido episodios tan desagradables. La violencia de género, la vicaria y otras formas de maltrato no solo hacen daño a la víctima directa, sino que puede acarrear traumas de por vida en los hijos que son testigos y respiran ese ambiente violento en casa, por lo que es fundamental que puedan contar con ayuda profesional para recomponerse.

Raquel Morillas no se cansa de pedir ayuda para su sobrino y seguirá luchando hasta que se le asegure que podrá seguir trabajando con su integradora para que su traumática historia no se convierta en una piedra del pasado de la que nunca se pueda librar.