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El desguace

La Razón
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Pues bien, con la fiebre del tijeretazo y la reforma económica, han empezado las rebajas antes de tiempo y nos hemos encontrado con un país que parece un concesionario de ocasión. Con el recorte del pienso de los funcionarios llegan a la conclusión de que aquí sobra mucho haragán con sueldo vitalicio mientras que la burocracia permanece inalterable como esa losa que entorpece el movimiento de España desde los tiempos de Larra y su «Vuelva usted mañana». El peligro de una huelga de funcionarios es que demuestre que no altere ni entorpezca más de lo corriente el ritmo premioso de nuestra sociedad, que probablemente pueda funcionar igual de mal sin el concurso de una buena parte de ese tipo de pegasellos que retrataba Mihura en «Sublime decisión».Mitin inútilPero a mí lo que más me llama la atención es ese clamor popular que exige que el ahorro empiece por los gobernantes que lo predican. Que comiencen por recortar sus mayúsculos estipendios y sus retiros dorados. Comenzando por ese derroche de viajes en Falcon de los líderes socialistas para acudir a sus mítines, que cuestan un pastón ganso. Digamos que hemos pasado de la «Mystere Set» a la «Falcon Set» a todo plan y gastos pagados. ¡Con la que le montaron a Alfonso Guerra por usar un «jet» para ver a Curro Romero y a Paula! Yo de hecho echaría el cierre a todos los mítines, que no sirven para nada más que soltar consignas tópicas a un público empesebrado que va a tomar el bocata y ver como incumplen promesas. A los partidos ya los conocemos sin que tengan que dilapidar el presupuesto dándole al pico como propaganda.¿Y esa flota inconmensurable de Audis oficiales de los que cualquier mindundi pilla rueda en cuanto le dan un carguito? Pueden hacer prosperar el mercado de segunda mano, o empezar a hacer recuento y enviar todo los que no hacen falta en este país al desguace. Una vez averiado el Estado del bienestar, lo menos es desmontar la irritación que produce el del malestar. Ya se sabe que todo esto es pura demagogia, pero a veces es más verosímil que la falsa democracia.