Ciencia y Tecnología

Tras el rostro de Dios por Rosetta Forner

La Razón
La RazónLa Razón

Albert Einstein dijo una vez que los científicos habían llegado a las mismas conclusiones que los místicos: hay algo más allá de nosotros que no se puede explicar. El alma no se ve con los ojos pero se siente con el corazón. Si los científicos han hallado la partícula divina de la que está hecha mi alma, quiero saberlo, pues preferiría seguir pensando que no soy de este mundo ni de ninguno conocido.

Algunos avances tecnológicos son francamente útiles para la humanidad en su conjunto, en cambio otros hacen mucho daño, pues el ser humano los usa para dominar a sus semejantes. Soy una idealista, creo en la capacidad del ser humano para superar situaciones de todo tipo haciendo que vuelva a salir el sol metafóricamente hablando.

Sin embargo, la partícula que nos da vida, me refiero al amor, a esa, que yo sepa, aún no se le ha visto el rostro. Y, es la más importante de todas. Un mundo tecnológicamente avanzado donde brillasen por su ausencia ciertas partículas invisibles del alma sería uno ciertamente desolador.

Partículas del alma
Más o menos como el que tenemos ahora: con tanta tecnología aún hay mucha –demasiada– gente que se muere de hambre, por no hablar de las enfermedades que aún existen. Hemos avanzado en tecnología, pero hemos retrocedido en compasión, generosidad y otros ingredientes espirituales. Los milagros son partículas del alma.

Sin embargo, la ciencia, por muy avanzada que esté, aún no puede evitar que la gente muera ni ha logrado evitar el sufrimiento humano. Cuando hallen el origen de la partícula del amor, que me avisen, pues me gustaría multiplicarla y esparcirla por la Tierra para crear un mundo mejor donde merezca la pena vivir.