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Sentido común

La Razón
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Es complicado amén de injusto criticar o censurar la decisión de una persona en algo tan delicado como es su propia vida. Lo único que se me ocurre es utilizar el sentido común para saber llevar un asunto como el vivido en el Hospital de Huelva.
Nadie debería negar la asistencia médica a una persona que está a punto de morir; en ese momento, los profesionales de la medicina se convierten en verdaderos ángeles que salvan vidas o consiguen que éstas sean más dignas, como si fuera un milagro. Pero también es cierto que nadie querría verse atrapado en una espiral de dolor y sufrimiento inútil, irreversible y banal, ni tampoco ver como un ser querido pasa por el mismo injustificado infierno. Nadie entendería que una madre quisiera matar a su hija y protestara porque un médico decidiera salvarla, pero tampoco se entendería que un médico mantuviera con vida artificial a un cadáver. No creo que nadie elija morir por capricho, ni por una idea política ni religiosa, salvo una panda de iluminados que nos aterrorizan más de lo que nos gustaría. Utilicemos el sentido común. Cada caso es un mundo y resulta complejo generalizar. La obligación de los médicos es salvar vidas y la nuestra, vivir lo mejor posible. Pero cuando la muerte aparece, y no hablo de pillajes familiares, maquinaciones partidistas o frivolidades humanas, hay que escuchar el interior de cada persona, siempre con la ley en la mano. Porque las leyes, nos gusten o no, están para cumplirlas.