Teatro

Acapulco

El año más Plácido

Llegó a su «casa» de Madrid antes del día de Reyes. En la maleta traía ropa de abrigo, precisamente la que no había tenido que vestir durante sus estancia en Acapulco junto a su familia, con los que pasó unos días de descanso. Ni 2011 será un año más para Plácido Domingo ni el mes de enero le pasará desapercibido

Plácido Domingo:"Firmaría enseguida para cantar tres o cuatro añitos más"
Plácido Domingo:"Firmaría enseguida para cantar tres o cuatro añitos más"larazon

El «tour» al que hará frente el tenor arranca mañana con el estreno en el Teatro Real de «Ifigenia en Tauride», de Gluck (diez funciones con dos repartos que por derecho propio ostentan el cartel de «título de la temporada»), seguirá el día 18 con un encuentro con la Prensa para hablar del estreno y de todo lo demás. El 21 celebrará por todo lo alto su setenta cumpleaños (Mortier guarda secreto absoluto sobre el elenco de estrellas que estará dentro y fuera del escenario pero apunta que será un «inolvidable el regalo»), y entre medias será investido doctor honoris causa por la Universidad de Alfonso X el Sabio. Como colofón, Rubén Amón presentará a finales de mes su biografía. Así que Miguel Muñiz, director general del coliseo, abrió el fuego ayer felicitando al tenor «por trepar por las alturas, arrastrarse por el suelo y ser vapuleado en escena. Ni un joven de treinta años se atrevería a hacer lo que hace él».

Tensión baja

Está en plena forma, a qué negarlo (totalmente recuperado de la operación de cáncer de colón a la que se sometió hace ya diez meses). Una vez más demostró que sigue siendo el rey. Tras el ensayo general del lunes comentó que estaba con «la tensión baja después de la función.

Te dejas llevar un poco». Hablaba despacio y se le notaba contento de regresar al Real. Aún tiene cercano el delirio que provocó en julio en Madrid con «Simon Boccanegra», donde se fue superando en aplausos después de cada función hasta batir el propio récord del coliseo con 43 minutos. «Aquello fue inexplicable. Te sientes lleno, profundamente agradecido», explicaba a este periódico el día después. Ahora, dice con humildad que no cree que se vuelva a repetir aquello. Y es que Verdi y Gluck poco tiene que ver, aunque ponderó la ópera que estrena mañana: «Para el público de Madrid va a ser una sorpresa extraordinaria. En su estilo, es uno de los grandes títulos y una de las mejores óperas de la historia. Gluck es un músico extraordinario, con una poderosa fuerza dramática capaz de provocar un choque de armonías que dota a la ópera de modernidad. Podría ser un compositor de nuestros días». Se refirió entonces a la influencia que ejerció sobre Martin i Soler: «Todos los grandes aprendían de los otros y se copiaban, era complicado ser original y hoy resulta bastante más difícil».

Domingo, con corbata y camisa azules, explicó que le tenía ganas a la obra basada en el drama griego desde hace tiempo («sabía que me iba a gustar, pero ignoraba que me entusiasmara tanto»): «En esta ópera encontré un aliado, un personaje que está atormentado, que sufre dentro de una familia que es poco recomendable y que está bastante enredada.

Además, no es una ópera larga, porque cuando acaba se queda uno con ganas de escuchar un poquito más. Si siempre salgo a escena entusiasmado, en Madrid eso se multiplica. Estamos ante una producción muy especial y lo van a gozar», explicó al más puro estilo mexicano.

Gerard Mortier, director artístico del coliseo, había dicho antes de que le tocara el turno a Domingo que «se quedaba sin palabras para hablar de él. Me fascina su disciplina, saber que disfruta haciendo un trabajo de conjunto, porque esto en un ‘‘ensamble'', y me emociona». Y el tenor –que siempre tiene a mano la frase exacta, no en vano arrancó su intervención con una felicitación por su llegada al coliseo– supo encontrar las palabras, un aviso para navegantes que dirigió al belga: «Este público de Madrid se merece lo mejor. Espero que tengas eso en cuenta, Gerard». Y Mortier asintió con la mejor de sus sonrisas. No hacía falta más.

Goma de mascar

Como el cumpleaños del artista está a la vuelta de la esquina, se le pidió que eligiera un regalo y ahí es donde se tocó la fibra más sensible del tenor: «Parte de él ya lo tengo, que es estar cantando en Madrid. Firmaría por seguir tres o cuatro añitos más», desveló, mientras contaba que siente los mismos nervios (y en Madrid se multiplican por dos) que cuando salió a escena por primera vez, que es algo que se lleva en la mochila y de lo que un artista no se puede desprender, «pero los dominamos, porque somos profesionales». Y se habló del tiempo, que parece que para Plácido Domingo es elástico como una goma de mascar: «A veces hacen falta días de 28 horas. Yo creo que lo fundamental es saber organizarse». Y entonces echó mano de la memoria: «Cuando me dicen que si trabajo mucho, que si no paro nunca, me río. Me río y me acuerdo de mis padres. Ellos eran quienes verdaderamente trabajaban. Cada día tenían dos funciones de zarzuela, y a veces hasta tres, los domingos. Y después de cada una se quedaban a ensayar la del día siguiente. Hacían también las escenografías. Con ellos aprendí, crecí en ese ambiente. Si había que acompañar al piano, allí estaba yo para llenar un silencio con música. Si era necesario que saliera un chaval a escena, Plácido era quien lo hacía. El peso se lleva de acuerdo a la espalda que cada uno tiene». Qué gran verdad.


Carsen pasado por agua
Es la cuarta vez que Robert Carsen pisa el escenario del Teatro Real («Diálogo de Carmelitas», «Katia Kabanova» y «Salomé» fueron sus anteriores montajes), que de nuevo volverá a estar empapado de agua. «Hemos trabajado conjuntamente con la partitura porque la ópera es la síntesis de todas las artes. A través de la música y del drama creamos esta obra de enorme intensidad sobre las emociones humanas».

El director de escena aseguró que el montaje que se verá en Madrid es el que más se acerca a lo que «realmente queremos». Thomas Hengelbrock, quien estará por primera vez en el foso, prometió que en sus siguientes visitas al Real (al menos tres en un futuro próximo) se manejará en español, influido por los progresos con la lengua de Cervantes de Gerard Mortier. «No soy un director fácil. El trabajo ha sido duro y hemos ensayado bastante. Hasta que no consigo lo que persigo, no paro», dijo.