Historia

Marbella

Susana Uribarri no cumple con las fotos que prometió por Jesús Mariñas

Susana Uribarri negoció una exclusiva con la que no han cumplido
Susana Uribarri negoció una exclusiva con la que no han cumplidolarazon

Ni en Marbella se ha visto un regateo igual por una exclusiva. Y eso que ya están curados de espanto, como también en el Saint-Tropez de los mejores años 60, cuando Françoise Sagan encandiló a una Ava Gardner considerada la mujer más bella del mundo. Un título que compartió con Liz Taylor y nuestra Sara Montiel, y que copó las portadas de «Life» –ya sólo en el recuerdo de la buena Prensa, qué tiempos aquellos–. Y ya no digamos la mejor época de Alfonso de Hohenlohe o los excesos horteras de Kashogui. Mientras se comenta la portada de «¡Hola!», en la que los Preysler son protagonistas, un grupo despendolado, con Luis Medina, Luisito García Fraile y Fiona Ferrer, celebraron una fiesta en el Why not de Chueca. Terminaron al amanecer, y algunos casi necesitaron, no cama, sino camilla. Todo lo contrario a la forma de actuar de Hohenlohe y la espléndida María, un buen complemento para el futuro duque de Medinaceli, que nunca llama la atención mientras remarca un estilo indumentario nada agresivo. Casi es algo genético, porque su abuela Pimpinela, madre de Ana Gamazo, fue de «las más» de un tiempo rematado al irse. Lo que ahora subrayan en Marbella es la pinta –no cabe llamarla de otro modo– nada admirable de Julio Iglesias cuando se desplazó a Madrid para la boda de su hijo Julio José. Yo sigo sin creerme del todo los cotilleos acerca de ciertos problemas para abonar los 550.000 euros de una exclusiva de la que Susana Uribarri saca una buena tajada. Ella la negoció y ahora está agobiada porque lo que vendieron como la boda de la década se quedó en nada. Ni asistió Julio acompañado de Miranda y de sus cinco rubitos, ni el marqués de Griñón con sus posesiones y formando parte del ridículo trío de ex maridos. Tampoco lo hizo Enrique, ni su novia, ni otros famosetes con más tirón que Carlos Galán, quien durante años alimentó al contrayente cuando andaba mal de dinero. Su presencia en la boda no fue representativa y Julio José parecía un mueble más en la ceremonia mientras su padre aparece retratado convertido en un enorme armario de tres lunas. Qué manera de deformarse físicamente. Los habitantes de Marbella se quedaron estupefactos cuando vieron a Julio Iglesias en pijama de rayas gris y azul con unos zapatos negros, acompañado de seis morenas «made in Punta Cana». Con ellas se desplazó hasta Málaga y allí tomó un avión privado a Madrid y aprovechó para vestirse un traje oscuro con una corbata clásica de lunares, buen contrapunto a su cara de circunstancias. Esta boda casi le supuso un vía crucis, y no por eso evitó quedarse a disfrutar de la cena de José Luis, que también sirvió en su boda con Isabel.