Los Ángeles

Medallas de distinto valor por Julián García Candau

La Razón
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Todas las medallas, cualquiera que sea el lugar del podio, merecen aplausos. Todas las medallas, cualquiera que sea el deporte en que se obtienen, merecen plácemes. Pero todos los lugares el podio, los colores de las preseas y la disciplina en que se conquistan no tienen el mismo valor.
En el mercado de valores no se cotizan igual oro, plata y bronce. En la calificación universalmente aceptada no tiene tampoco el mismo aprecio la victoria olímpica en deportes como el atletismo que el bádminton, por poner dos ejemplos.
El equipo español, además de conseguir pocos oros –lo que le retrasa en la clasificación del medallero– ha conquistado la mayoría de sus preseas en deportes de menor trascendencia. Todos los deportistas españoles que han subido al podio tienen mi personal respeto, y hasta en el caso de la pastora Maider Unda he prometido convertirme en feliz consumidor de sus quesos. Mas no se debe hablar en términos de igualdad cuando se trata de los deportes básicos, atletismo y natación, que si hablamos de otras especialidades.
El deporte olímpico nació fundamentalmente atlético y de ahí que se concediera mayor compensación, más odres de vino de premio. En los Juegos hay deportes de por sí propios del ser humano. Hay otros nacidos con la revolución industrial que han adquirido peso específico, como son, pongamos por caso, baloncesto y fútbol.
En el olimpismo, tradicionalmente, los héroes han sido campeones individuales. Los participantes en deportes de equipo suelen tener menor trascendencia. El fútbol suele tener algunos detractores. En tiempos pasados, porque parecía que era cuestión de los países capitalistas, idea falsa porque también se practicaba en la órbita soviética y, además, ganaba alguna medalla. Se da la circunstancia de que el país más importante en este deporte, Brasil, hasta llegar a Londres no había ganado ninguna medalla. El récord de espectadores de unos Juegos se dio en Los Ángeles, en 1984, en la final de fútbol en el estadio de Pasadena.
El medallero español se ha llenado con las buenas clasificaciones que se han obtenido en piragüismo, taekwondo, sincronizada, aguas bravas, lucha libre, triatlón, vela en clases no comparables con las de otros años, waterpolo femenino –para quitarse el sombrero– y baloncesto.
Al margen de que han sido fundamentalmente las mujeres las que han superado la depresión de al primera semana, desgraciadamente nos han faltado mejores clasificaciones, en atletismo. Aquí confiábamos en Marta Domínguez, porque ha sido siempre valor constatable. Corrió la final, pero su puesto no fue el que esperábamos, aunque por diversas circunstancias quizá tiene explicación. Nuria Fernández y Natalia Rodríguez tampoco cumplieron con las expectativas. Sólo Natalia llegó a las semifinales. El gran fracaso del atletismo se centró en el hecho de que desde Seúl no se había carecido de finalistas en los 1.500.
Lo mejor fue sin duda la actuación de Mireia Belmonte en la piscina. La catalana conquistó dos medallas de plata y en uno de los deportes considerados fundamentales y de los que tienen aprecio mundial.


Posdata
Miguel Ángel López, quinto en los 20 kilómetros marcha, ha salvado el honor de los participantes en las pruebas de gran esfuerzo. Ayer, García Bragado, que participaba por sexta vez en los Juegos, terminó vigésimo en 50 kilómetros marcha; Odrizola entró el 42, y Benjamín Sánchez, el 50. En la maratón femenina se lograron los puestos 26, 61 y 97. Parece que no estamos en ello.