Religion

Tres Caídas

La Razón
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No me verán dedicar muchas líneas a las cofradías ni comulgar con la Iglesia. Por eso me permito secundar el cogotazo del arzobispo a la Esperanza de Triana, empeñado el hermano mayor en cumplir con su capricho particular –con independencia de que coincidiera con el mandato-recomendación de Asenjo– y la mayoría de los hermanos en contrariarle. Dos cabildos –y, si se lo hubieran permitido los estatutos, hubiera inventado un referéndum involucrando a tan magna ciudad o a Andalucía entera hasta que los votos le fueran favorables–, para convencerse de que el Cristo de las Tres Caídas no iba a moverse de su capilla. La Iglesia siempre ha decidido con firmeza, pero en esta ocasión –«por ser vos quien sois, Sevilla»– el Arzobispado sacó a pasear la mano izquierda. Desde el principio, el ex obispo cordobés se mostró incómodo en un traje amoldado durante 27 años a un Amigo cuya cintura y pareceres se ajustaban más a los deseos del pueblo que a los de cúpula eclesial. El martes Asenjo se removía en su asiento mientras cantaba a las cofradías las verdades del barquero. Las hermandades han tejido una idiosincrasia a la medida de ateos que veneran imágenes sagradas, tesoros de la Iglesia, sobre los que ni siquiera se le permite opinar. Sólo quieren oír hablar de coronaciones y salidas extraordinarias y el nuevo patrón no está dispuesto a dejar que el barco siga zozobrando.