América

Argentina

La camiseta ya no gana

Con Argentina, Colombia y Brasil fuera del torneo, Chile pasaba a ser el máximo favorito al título junto a Uruguay. Sólo faltaba que cumpliese con el teórico trámite de dejar fuera a Venezuela, que también dio la sorpresa y completó las semifinales más inesperadas.

La camiseta ya no gana
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Es cierto que Brasil mereció derrotar a Paraguay antes de llegar a la prórroga; que Colombia buscó más el triunfo ante Perú y se estrelló con los palos y con el impensable fallo de Falcao desde el punto de penalti, y que Chile, con Valdivia al mando, arrolló a Venezuela en el segundo tiempo y tuvo cinco ocasiones clarísimas para sentenciar. Pero también lo es que a los «grandes» ya no les basta con enseñar el escudo y recordar el peso de su camiseta para ganar a los débiles, que han progresado mucho.
El cambio de régimen en esta Copa América no es fruto de la casualidad y sí de la decrepitud de las estructuras de los poderosos y del paso adelante de los que tienen menos páginas de historia. En Venezuela, el deporte rey sigue siendo el béisbol, pero su fútbol ya no es «amateur». Su Federación ha aprendido de los países con mayor cultura futbolística y las categorías inferiores ahora buscan y forman jugadores con la idea de juego que predomina en el primer equipo.
Argentina y Brasil son dos multinacionales que llevan años enredadas en una frenética venta de talento a cambio de dinero fácil, y se han olvidado de las buenas costumbres que las convirtieron en mito. La federación albiceleste lleva 18 años sin sumar un título internacional y 25 sin ganar un Mundial, pero curiosamente varios entrenadores argentinos son héroes en el extranjero por su perfecto trabajo con otras selecciones. Todo el país es un grito unánime contra la incapacidad de Batista, mientras Martino triunfa con Paraguay, Bielsa lo hizo con Chile y Lavolpe, con México o Costa Rica. Grondona ha instaurado la política de despedir al seleccionador tras cada decepción, cuando Menotti y Bilardo ganaron la Copa del Mundo gracias, en gran medida, a la estabilidad y longitud temporal de su proyectos. Alcanzaron el éxito con dos ideas de fútbol opuestas, pero al menos había una, y todo se organizaba a partir de ella.
Brasil ha roto con Dunga para olvidar el músculo y volver a jugar bonito, aunque, por mucho que Menezes asegure ir en el buen camino, tiene trabajo por delante. El talento por sí solo no basta.

Se buscan «xavis» e «iniestas»
Hubo un tiempo en el que Brasil era el ejemplo y su fútbol, inalcanzable. Hoy, España es Brasil y, como entonces, la imitación es imposible, porque no hay más «xavis» e «iniestas» que los que dirigen Guardiola y Del Bosque. El seleccionador argentino tiene a Messi, pero le falta lo demás, y su afirmación de que iba a jugar como el Barça sólo ha servido para que se burlen sus detractores. Leo es el mejor, pero resulta más decisivo de azulgrana, rodeado de talento y un esquema ideal. Lo mismo le ha sucedido a Neymar, mucho más brillante en el Santos que en la Copa América.