Estreno

Crítica de cine / «Shrek Felices para siempre»: Padre no hay más que un ogro

Director: Mike Mitchell. Guión: Josh Klausner y Darren Lemke. Voces originales: Mike Myers, Cameron Diaz, Eddie Murphy, Antonio Banderas. Duración: 93 min. USA, 10. Animación.

Crítica de cine / «Shrek Felices para siempre»: Padre no hay más que un ogro
Crítica de cine / «Shrek Felices para siempre»: Padre no hay más que un ogrolarazon

Cuando un arquetipo va contra su propia naturaleza no tarda en querer volver al redil. Lo moderno añora lo clásico, la esencia de la que partió y le dio su nombre, para luego darse cuenta de que el nuevo disfraz le sienta que ni pintado, sobre todo cuando, en cualquier versión, tradicional o posmoderna, sigue defendiendo los mismos valores: la familia, la paternidad, etcétera. Es lo que le ocurre a Shrek en la cuarta, y parece que última, entrega de la saga del ogro y la princesa: el ogro quiere volver a ser ogro una vez más después de comprobar que su rutina como padre y atracción de feria en ese País Muy, Muy Lejano tan parecido a Hollywood es de lo más tediosa. Su oportunidad de ser libre es también la ser él mismo, y es justo la fidelidad a sus orígenes la que le obligará a reconquistar a Fiona en un universo paralelo donde reina el mal.Si exceptuamos a un flautista de Hamelin convertido en mudo cazaogros, el villano es apenas la única novedad de este «Shrek. Felices para siempre». Directamente salido de la pluma de los hermanos Grimm, el duende Rumpelstilskin es el artífice de las pesadillas de Shrek, apoyado en una legión de brujas que gustan de montar aquelarres en un palacio muy parecido a un «after hours». La subversión de los mitos de los cuentos de hadas que hizo de «Shrek» una apuesta original –sobre todo en lo que tenía de respuesta digital al trabajo de canonización del relato infantil que hizo la factoría Disney desde la animación tradicional– ha perdido su fuerza, por lo que sólo permanecen las ganas de entretener a los seguidores de la saga potenciando sus puntos fuertes. Olvidémonos de las 3D, completamente prescindibles: el personaje del asno, que la voz de Eddie Murphy dobla de mil amores, sigue dando guerra; el gato con Botas sigue ronroneando al son de Banderas en su mejor papel hasta la fecha; y el esperado beso entre ogros nos devuelve al paraíso donde lo feo es lo bello. No está mal para una franquicia que parecía agotada.