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Cuando el amor es una estafa

Los expertos coinciden en que las mujeres tienden a autoengañarse para seguir con sus parejas, a diferencia de ellos, que son más racionales

Cuando el amor es una estafa
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Según los psicólogos, la mujer, desde el punto de vista antropológico, es más propensa a recibir, mientras que los hombres fueron «diseñados» para dar. Estamos hablado, claro está, de amor, no de dinero, y si no que se lo pregunten a Paloma Lago, que lo único que ha recibido de uno de sus ex novio, Wojciech S.Z., ha sido una «megaestafa» de 140.000 euros, por la que ahora ha sido condenado con una multa de la misma cantidad y dos años de cárcel. Pero ella no ha sido la única «celebritie» engañada por su pareja. Y es que las famosas no se escapan de los dictados de la genética y los cromosomas XX no entienden de photocalls ni popularidad. «Bien es cierto que las mujeres tienen un pensamiento mucho más lateralizado y sus alternativas antes de tomar una decisión son más numerosas que las de los hombres, que son más directos. Eso sí, cuando dan el paso de comenzar una relación la confianza es total y se entregan de manera generosa sin pensar en otras consecuencias», asegura la psicóloga Patricia Castaño. Lago fue desinteresada y tanto se fió de su ex que aceptó desviar gran parte de sus ahorros a una sociedad que resultó ser ficticia.

Mecanismo de defensa
«Es curioso que las féminas desarrollan un peculiar mecanismo de defensa que funciona de la siguiente manera: aunque ellas se den cuenta de que las cosas no van bien o que, incluso, están siendo engañadas por sus parejas, les compensan las ganancias que obtienen al tenerlos al lado», matiza la especialista. Un claro ejemplo es el de Concha Velasco, quien, a pesar de saber que su marido, el fallecido productor Paco Marsó, la era infiel y que incluso la condujo a una situación económica más que precaria, ella aguantó a su lado muchos años. Tampoco hay novio que no haya quemado la tarjeta de Ana Obregón para después de unos meses dejarla sola a la orilla del mar con sus posados veraniegos ya extintos. La lista de famosas víctimas de sus ligues es larga, porque como señala Castaño, la mujer, en lo social, «se desborda más que el hombre en todo lo emotivo». Tanto es así que hacen oídos sordos frente a los sabios consejos que les dan quienes las rodean. Un caso significativo es el de la tenista Arantxa Sánchez Vicario, a quien sus parientes intentaron alejar del que ahora es su esposo, Pep Santacana, pero ella se mantuvo incondicional a sus sentimientos. «Las mujeres no están preparadas para asumir el engaño o el fraude. Por lo general, consideran que todo por lo que han luchado y que al fin tienen no puede derrumbarse y por este motivo aguantan», matiza Castaño.

Los hombres son harina de otro costal, «no se dan cuenta de lo que tenían hasta que lo pierden. Puede sonar a tópico, pero es la realidad. Son mucho más pragmáticos, no piensan tanto las cosas y funcionan a base de prueba- error», asegura la psicóloga. Pero ojo, y he aquí el quiz de la cuestión. Puede que las mujeres se dejen engañar, sucumban a los encantos de un adonis y se pongan una venda en los ojos, pero una vez que «son heridas, sacan las garras, potencian su lado más calculador y comienzan a jugar sus cartas». Así que, mucho cuidado.


A FAVOR
Por el interés (te) quiere Andrés
por Rosetta Forner
La liberación femenina, que no es tal, no ha enseñado a las mujeres a cuidar de sí mismas, tan sólo a enarbolar la igualdad en los, antaño, dominios de Casanova. ¿Consecuencia? Los canallas –que haberlos haylos– sacan tajada del despiste emocional de una damisela. Cuando tener pareja significa el fin de la soledad, hombres y mujeres desatienden las señales de alarma. Es lo que tiene la codependencia o «hambre emocional», que iguala a la baja. La sociedad suele fijarse más en las mujeres que pierden el oremus y le dan incluso las bragas al que las corteja y jura amor eterno que en esos hombres a los que más de una fresca ha usado y luego abandonado cuando no le queda un duro que rascar. Ahora lo «in» es preguntar: «¿Qué intenciones tienes?», y «¿Cómo están tus cuentas corrientes?» Cuando en tu vida aparezca un pretendiente, olvídate del «fueron felices y comieron perdices» y esconde tus bienes, pues hasta el interés de «Andrés» está en crisis.


EN CONTRA
Nadie nos supera en el dejarnos llevar
por Alfonso Merlos
Supongo que será una broma. ¿De verdad alguien duda que cuando conquistamos a nuestro amor platónico somos nosotros los que de verdad perdemos los sentidos? Los sentidos… ¡y hasta el juicio! A embotados y alelados no nos hacen sombra. Es así. Llega un punto en que no nos enteramos de lo que pasa más allá de nuestras narices, porque o no podemos o no queremos. Y tampoco es que nos importe mucho. No es que esté inscrita en la naturaleza femenina la frialdad o el cálculo incluso en el calor de una relación especialísimamente cariñosa o ardientemente pasional. Pero nadie nos supera en el dejarnos llevar, en el seguir adelante a ciegas… para que quede más claro, en la ingenuidad y en el candor más tierno y más infantil. Quizá hasta se debilita nuestra medida capacidad intelectual y se erosiona nuestro escaso entendimiento. Vale. Perdemos eso. Pero, ¿y lo que ganamos?