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El hombre que creyó en el libro por Víctor García de la Concha

La Razón
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Para comprender la inmensa laboral editorial y cultural de Germán Sánchez Ruipérez hay que conocer sus orígenes. Su misión ha sido la de un hombre hecho a sí mismo, en la expresión utilizada en Estados Unidos: un hombre que de la nada creó su propia empresa. Él era un dependiente más en la Librería Cervantes de Salamanca, un establecimiento familiar, dedicado al libro de fondo, que todavía se mantiene y de los que quedan tan poco que, si no fuera por abusar de las coincidencias del destino, diríamos que aguanta gracias a personas como Germán, que tanto creyeron en el libro.
De joven tuvo la idea de crear una editorial, y le pidió a Fernando Lázaro Carreter, su amigo de toda la vida –y que luego publicaría tantos libros con él- que le ayudara. Con su mujer Ofelia, que tan importante fue para él, puso en marcha Anaya, una empresa fundamental en la edición educativa en España. Hay que partir del hecho de que se fundó en 1959 y su tarea supondría una renovación del libro de texto. Empezó con una Vespa repartiendo él mismo los libros y nos ha dejado el valor del esfuerzo.

Sánchez Ruipérez era un hombre sencillo, cercano, afectuoso, que mantuvo siempre relación con sus viejos amigos de Salamanca, un hecho que también nos explica su concepción empresarial, siempre eficaz y con mucho sentido de su responsabilidad social. Además de Anaya, creó la Fundación Germán Sánchez Ruipérez con un objetivo que hoy en día me parece emocionante: la promoción de la lectura entre los niños. Me gustaría poner el ejemplo de su pueblo, Peñaranda de Bracamonte, donde invirtió todos sus esfuerzos para hacer realidad que el libro nos puede hacer mejores.
En esta vocación de devolver a la sociedad lo que la sociedad le dio, como los grandes mecenas, está el proyecto, casi realidad, de la Casa del Lector, en Madrid, una empresa a contracorriente en un momento en el que tanto se augura la desaparición de libro. En más de una ocasión me decía que lo que quería hacer con su Fundación no era nada con lo que quería hacer. En este sentido, creo que hay que reconocer el papel cultura de la obra de Sánchez Ruipérez: él puso, junto a otros grandes editores, los cimientos para la industria editorial española. Sólo hay que ver la gente que se ha educado con Anaya, con Cátedra, más tarde con Alianza Editorial, que adquirió. Deseo que entre todos sepamos defender ese legado basado en el libro y la cultura.

 

Víctor García de la Concha
*Director del Instituto Cervantes