
Energía eléctrica
La venta de motos eléctricas se duplica

Las motos y los ciclomotores eléctricos cerrarán el ejercicio en curso con unas matriculaciones en torno al millar de unidades, lo que supone duplicar las ventas con respecto al año pasado, según un estudio elaborado por la plataforma digital «AutoScout24».
Las previsiones del sector estiman que, hacia el horizonte de 2020 se habrán matriculado un total de diez mil unidades, lo que supondrá un 5 por ciento del mercado.
Las razones para que la venta de motos eléctricas funcione mejor que la de los coches «enchufables» se debe, en opinión de los especialistas, a que su adquisición es más asequible, tiene un impacto ambiental nulo y permite una mayor movilidad en las ciudades.
Con su menor peso, la batería, una vez recargada, dura más y, por otra parte, son vehículos que sólo son utilizados en tráfico urbano y que en muchos casos no tienen autorización para salir a la carretera o a la autopista.
Al contrario que un coche eléctrico, que puede llegar a triplicar el precio de un modelo tradicional de la misma gama, el coste de adquisición de una moto eléctrica es similar a la de una convencional, partiendo desde los 2.500 euros.
Coste competitivo
Además, resulta más rentable, ya que su gasto en combustible –unos 50 céntimos por cada 100 kilómetros recorridos– es tres veces menor que el de una moto de gasolina de similares características, debido a que su potencia es parecida a la de los electrodomésticos tradicionales, como son, por ejemplo, un equipo de aire acondicionado o un horno.
Otra de las ventajas de las «enchufables» de dos ruedas es que no necesitan de puntos de recarga específicos, sino que pueden cargarse desde la propia vivienda mediante un alargador o enchufe convencional en poco menos de tres horas, de manera que ni siquiera es necesario tener que cambiar la potencia contratada.
Además, como el tamaño de las baterías de las motos es considerablemente más pequeño que las de los coches eléctricos, algunos modelos disponen de baterías extraíbles alojadas bajo el sillín a modo de repuesto, por lo que los motoristas no acusan el miedo a quedarse parados en mitad de un trayecto.
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