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El Gran Carnaval

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¿Hay alguien a quien no le entre una angustia claustrofóbica al pensar en 33 mineros atrapados en las entrañas de la tierra? ¿Se puede respirar con alivio al descubrir después de 17 días del derrumbe y de darlos por muertos que están vivos, hacinados en un refugio que guardaba agua y alimentos para 48 horas? Todo Chile es presa del júbilo, se abrazan los vecinos, los rivales, los desconocidos, los ricos y los pobres ante la causa común. Se abarrotan las iglesias, el presidente Sebastián Piñera agita el mensaje de los sepultados como si fuera la bandera de la victoria.Mientras, alrededor de la mina, se instalan las cámaras y los periodistas ante el gran espectáculo mediático.
¿Por qué nos parece haber visto esto antes? Sí, en una película. Su título, «El gran carnaval», y su director, Billy Wilder. En ella el accidente de un minero atrapado es utilizado por un reportero, interpretado magistralmente por Kirk Douglas, para montar un gran circo seguido por toda la nación, una explotación comercial incluyendo puestos de perritos calientes, atracciones y souvenirs, hasta comprender tardíamente el espanto del drama humano convertido en feria. Una vitriólica reflexión sobre las aficiones morbosas del público y el cinismo de cierta solidaridad.
¿Qué será de los mineros de San José aguardando un rescate que puede durar meses? ¿Se mantendrá el interés de la audiencia, o irán apartándose poco a poco las cámaras? Da la impresión de que las cadenas televisivas tienen la programación hecha, sacando tajada de los «reality-shows» que le proporcionan los desastres que sacuden el mundo. Sólo les queda medir cuánto aguantan en el santo «share» que está por encima del terremoto en tal sitio, las inundaciones por allá, los incendios por acá... ¿Tres días de titulares, dos días, una noche? Baste con observar cuánto tiempo van a estar en primera página los cooperantes catalanes después de haber pagado su rescate de estrangis. Apuesto a que la semana que viene ya están olvidados, ante alguna nueva tragedia con tirón. Al menos espero que alguien se acuerde de los mineros de San José por Navidad.

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