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Sin amor

La Razón
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El palco de honor del Bernabéu es lugar adecuado para actos sociales, bienvenidas y despedidas de gentes con las que basta quedar bien. El palco de honor de un futbolista es el terreno de juego. Raúl merecía un adiós más entrañable. Se le ha despedido con cariño, pero sin amor. Lo idóneo habría sido que el estadio le mostrara su fe en encuentro amistoso internacional, como ha sucedido con otros jugadores cuya trascendencia social y deportiva ha sido muy inferior.Lo mejor de Raúl ha sido su trayectoria. Lo peor, los turiferarios que han magnificado cuestiones que no eran del caso. Como jugador ha superado a estrellas precedentes de las que todavía se recuerdan hechos anecdóticos. En el caso de Ráúl, a pesar de ciertas magnificencias innecesarias, su actuación ha sido extraordinaria y con números que se recordarán mucho tiempo.Su vida deportiva podría enmarcarse en dos actitudes contradictorias: el despido de la cantera del Atlético, medida que tanto purgó el club y Jesús Gil y Gil, y la decisión de Jorge Valdano de convertirlo en futbolista del primer equipo. Sería injusto olvidar el papel tan importante, en sus primeros años, de su representante, Fermín, quien le buscó apoyos mediáticos para mejorar sus contratos. El final de Raúl, aunque sea en un gran club alemán, no parece de recibo. Hay ocasiones en que merece la pena obviar alguna discrepancia interna para que jugadores como él no salgan un poco de tapadillo.