Marbella

550000 euros por la boda de Julio José por Julio Mariñas

Julio José Iglesias, junto a su ya ex esposa, Charisse Verhaert
Julio José Iglesias, junto a su ya ex esposa, Charisse Verhaertlarazon

Por la boda de Julio José, «¡Hola!» ha pagado 550.000 euros. Hablan de una crisis que para algunos felices no existe. Parece un secreto de estado lo abonado al nuevo matrimonio, que ya tiene para ir tirando: recibirán la friolera cifra antes citada por un número casi enteramente dedicado al evento, que todavía levanta expectación y depresiones en el círculo familiar más íntimo que se vio excluido. Lo confirmará «¡Hola!» en un número extra que podría sacar hoy, una buena ocasión para el desmenuce, como comprobar que Isabel pasó de invitadas íntimas como Patty Galatas, celestina en tres de sus matrimonios, que hace cuatro noches le ofreció una cena previa a la tristona y barata despedida de solteros en Gabbana, donde invitaba la casa, pásmense, y no los contrayentes. Ahí resultó curiosa la ausencia de sus hermanas Tamara Falcó y Ana Boyer, a fin de no romper la exclusiva gráfica tan bien remunerada. Lo de Gabbana resultó un fiasco sin caras conocidas, y en El Rincón casamentero, a 70 kilómetros de Madrid, vecino al zoo que el marqués de Griñón tiene en sus extensos dominios, los paparazzis –algunos habían colado de madrugada para coger buen sitio– fueron alejados por la Guardia Civil no para impedirles trabajar, sino porque obstruían el tráfico. Julio Iglesias voló desde Marbella y Miranda no lo acompañó, aunque cuesta creeerlo en esta rubia tan acostumbrada a servir al señor marido. Tampoco vieron a Isabel Preysler, la madrina, que lo sabe todo en esto de escabullirse, y me aseguran que Miguel Boyer se negó al posado conjunto, donde habrá una portada compartida con los padres de Julio José porque son lo más vendible para las ediciones hispanas de la revista de los Sánchez Junco.

Decepción colectiva
Gwyneth Paltrow vino a Madrid a presentar el perfume «Boss nuit» en el Salón Neptuno, un palacete recuperado en la calle Cervantes. Asombró la guardia encabezada por una antipática rechoncha cuidadora de la siempre próxima actriz. Ante los empujones que propinaron, Juncal Rivero optó por marcharse. El disgusto fue desde Fernando Martínez de Irujo hasta Jaime Cantizano. Vega Rollo Villanova, bloguera donde las haya, compartió escenario con Clara Courel, ya musa tan inamovible como Carmen Lomana. Decepción colectiva y preguntas como: «¿Para qué ha venido Gwyneth si no le permiten confraternizar?». Sonó a tomadura de pelo. Con lo accesible y amable que la recordaba cuando el «spot» de Freixenet. Parecía otra, y eso que no es su mejor momento y ya nadie la recuerda en «Shakespeare in love».