
Arquitectura
Ambiente minimalista y aséptico para el barroco más abigarrado
El nuevo jardín del palacio cuenta con un sistema de riego por gravedad que emula el utlizado por los árabes.

SEVILLA- Más de cuatro siglos, desde su fundación como Escuela de Mareantes, y una colección de arquitectos han dejado su impronta en un edificio casi desconocido para los andaluces pese a estar en el centro de la capital hispalense. El Palacio de San Telmo, sede de la presidencia de la Junta de Andalucía, acaba de ver terminada su última remodelación, quizás la más importante desde la realizada por los recién llegados a Sevilla duques de Montpensier a mediados del siglo XIX, de la mano del arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra.Cargada de polémica, la rehabilitación iniciada en el año 2005 ha cambiado radicalmente el interior del deteriorado inmueble que se encontró la Junta tras llegar de manos de la Iglesia. La clave del proyecto la dio ayer el propio arquitecto durante la presentación a los medios de comunicación: lograr una continuidad entre las primeras aportaciones arquitectónicas y las tendencias más contemporáneas.De este modo, se ha llevado a cabo un trabajo muy artesanal utilizando materiales idóneos que no rompieran con el origen del palacio: mármol, latón en la carpintería de los ventanales, piedra travertina y la reutilización de elementos antiguos en una nueva reformulación. De este modo, la azulejería de la época barroca se ha unido en un pasaje que lleva a la antigua cripta mostrando las diferentes etapas decorativas que han marcado el desarrollo de San Telmo.Para Vázquez Consuegra ha sido determinante la rehabilitación de las fachadas de Balbino Marrón, que fue el que verdaderamente acabó el edificio.Una de las sensaciones que aparecen al visitar las estancias es la asepsia que se ha querido imprimir tras la aglomeración de habitaciones y apartamentos para sacerdotes que copaba varios patios. Se trataba de un entramado de celdillas de los que sólo se han mantenido los muros perimetrales. Insistentemente, Vázquez Consuegra mantiene que salvo el eje, que forma el patio de honor y la capilla, totalmente restaurada en el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), y la fachada, el interior poco tenía que ver con el esplendor barroco de Leonardo de Figueroa. Una mención especial tiene el jardín, «un verdadero edén», según el arquitecto, en el que destacan dos estanques que, mediante un sistema de riego por gravedad, llevarán el agua a toda la vegetación.
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