CRÍTICA / «GaHoole La leyenda de los guardianes»: Cada mochuelo a su olivo

Cuesta entender qué ha visto Zack Snyder en esta película de animación en 3D protagonizada por lechuzas y mochuelos. Quizá la dificultad no resuelta de dar vida a un animal nocturno de por sí hierático, quizá el pretexto para investigar en el terreno de la imagen digital que «300» y «Watchmen» habían explorado previamente. El resultado es decepcionante: a la imposibilidad de trabajar satisfactoriamente los recursos expresivos de sus criaturas se le añade una historia que se empecina en reflexionar sobre la dimensión mítica del universo de un modo tan insípido como lo hacía la reciente «Airbender, el último guerrero», y que resucita el argumento universal de Caín y Abel con tanta falta de garra como ampulosidad. El viaje iniciático de Soren al fondo de sus sueños, que se salda con el descubrimiento de que toda leyenda es en el fondo pura realidad, recorre senderos trillados –traición entre hermanos, combate entre el Bien y el Mal, lealtad y heroísmo a raudales– que Snyder dibuja con «Avatar» y «Matrix» como referencia estética. Es una película demasiado agresiva para niños y demasiado infantil para mayores.