Murcia

Generación «Ni-Ni» por José Clemente

La Razón
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Un reciente informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) alerta de la grave situación de nuestros jóvenes y destaca que un 24 por ciento de ellos, los llamados generación «Ni-Ni» (ni estudian, ni trabajan), se encuentran atrapados en ese laberinto, unas veces como actitud personal ante la vida y, otras, por simple y puro rechazo a la sociedad de la que forman parte y cuyos roles se niegan a desempeñar, sin ofrecer ninguna fórmula alternativa que haga albergar la esperanza de que se trata de una cosa temporal o pasajera y que acabada esa moda vendrá otra a sustituirla, liberándoles de la misma. Hablamos de cerca de dos millones de jóvenes de los casi ocho nacidos en nuestro país con edades comprendidas entre los 15 y los 28 años de edad, una o varias generaciones cuyo final es la marginación más absoluta y la dependencia más amarga al carecer de medios siquiera para independizarse del hogar paterno.
La generación o generaciones «Ni-Ni», según el segmento de edad que escojamos, carecen de inquietudes en las que apoyarse. No son, para nada, como aquellos otros jóvenes de antaño que vivieron y protagonizaron el «mayo francés del 68», las revueltas raciales de Berkeley, la «primavera de Praga» o el antifranquismo en España. Carecen de manera absoluta de la componente reivindicativa y de las preocupaciones sociales, porque viven en un mundo hecho que, además de no querer cambiar, lo acusan de negarles las oportunidades que tampoco ellos demandan ni saben en qué consisten. Los «Ni-Nis» no están ni se les espera en las ONG, ni en el mundo del arte, ni en los institutos, ni en las universidades, ni en ninguna parte, aunque sean maestros del botellón. Carecen de motivos vitales, les cuesta mostrar sus sentimientos más profundos y viven como las cigarras, aunque sin cantar, pero del cuento. Son el conformismo en estado puro, a la vez que decadente. Menos mal que, como en la viña del Señor, también abundan las excepciones.
Europa registra en estos momentos elevados índices de jóvenes «Ni-Ni», aunque la mirada preocupante se detenga especialmente en España por el balance que presenta. Las causas principales de esta situación hay que buscarlas, entre muchas otras, en el sistema educativo, las salidas laborales engañosas y la nula capacidad de motivación de la mayoría de ellos. Y, sin duda, la LOGSE se lleva la palma, pues el resultado del vacío educacional es inherente a ese sistema que formó a los jóvenes sin criterio, sin inquietudes ni valores y muy decantados por el todo vale y cuanto más fácil mejor. Se les puso en pie de igualdad al profesorado, se les permitió el mínimo esfuerzo y, cuando las cosas empeoraron en las aulas, entonces les llegó el tajo, la obra fácil donde ganar dinero rápido y suficiente para un fin de semana cojonudo. Se les sirvió en bandeja el puente de plata del escapismo a ninguna parte y comenzó la hemorragia. El ministro de Educación, José Ignacio Wert, tiene en sus manos un complicado papelón para resolver tamaño desaguisado. Por tal razón, le aconsejamos tomar nota de la Región de Murcia, donde el fracaso escolar, tan directamente unido a esa generación o generaciones, ha disminuido de manera considerable hasta convertirse en un modelo a copiar por otras comunidades. El esfuerzo, bien vale la pena.