Barcelona

El declive

La Razón
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Con el paso del tiempo, sólo un año, el triunfo de España en el Mundial de Suráfrica adquiere un valor tan extraordinario que ni aquellos días de vino y rosas describieron la gesta en plenitud. Sólo los lunares de los amistosos con Argentina, ilusa, y Portugal, crecido, sembraron alguna duda sobre el porvenir de «La Roja». Pero fue meterse en harina de clasificación europea y recuperó brío y color. Volvió a deleitar con su fútbol, exclusivo e incomparable. Disipados los nubarrones que emocionaron a los argentinos y elevaron la autoestima de los portugueses, la Copa América alzó el telón. De Suramérica siempre se espera lo mejor. El fútbol allí es religión, pasión, la definición de Bill Shankly: «No es una cuestión de vida o muerte, es mucho más que eso». Hasta que lo ves, entonces se entiende la depresión argentina, el desengaño brasileño, la furia silenciada de Chile o la frustración colombiana. Uruguay, Paraguay, Venezuela y Perú, por este orden particular, dirimen ahora la jerarquía suramericana, tan lejos de los focos de Messi, Neymar, Alexis, Robinho, Maicon, Pato, Ganso, Tévez, Higuaín o Agüero. Sólo por esto, por el papelón de las selecciones respectivas, duele más que una pléyade de especialistas haya dejado a Xavi, a Iniesta e incluso a Casillas sin ese Balón de Oro que regalan a Messi por los méritos contraídos en el Barcelona y que podría ser suyo en propiedad mientras agigantan su figura quienes, entre otros, sudaron tinta para eliminar a Chile y a Paraguay. Pero lo hicieron. Ellos, sí.