A Juan Morano por Víctor MÁRQUEZ PAILOS

E stos días ha sido noticia tu actitud en favor de los mineros de las cuencas de Asturias y León.
Has pagado por ella el precio que se cobra a quienes rompen la disciplina de voto en su propio partido.

Has tenido claro algo que cada día lo está menos: que la economía de los estados está al servicio de sus ciudadanos. O, en el lenguaje de la política: que, en democracia, la voluntad de las mayorías debe respetar los derechos de las minorías.

Y los que tenemos memoria histórica sabemos el respeto que merece una minoría tan acreditada como la de los mineros del carbón en las cuencas del norte.

La acredita, ante todo, el sufrimiento padecido en sus duras condiciones de vida y en su lucha tenaz por dignificarlas. Ser minero en las cuencas de Asturias o León ha sido ser hijo de minero, heredero de una historia de dolor y de esperanza que los ciudadanos y los gobiernos no deberíamos abandonar en el baúl de los recuerdos, como si de pasado se tratase.

Una democracia sólida sólo puede cimentarse sobre una transición pacífica en lo social y en lo económico.

Una de las razones que más abogan hoy por el desencanto popular del mercado único europeo ha sido seguramente la indudable violencia con la que las sucesivas reconversiones industriales del pasado han golpeado la transición de los mercados nacionales al mercado continental.
En estos días tenemos, ante los mineros y sus familias, la oportunidad de negociar esta transición con el espíritu de quienes, como tú, han dado la cara por un puñado de seres humanos.