Afganistán

El adulterio un crimen castrense por César Vidal

La Razón
La RazónLa Razón

El Pentágono comunicó ayer que el jefe supremo de las fuerzas en Afganistán, John Allen, un general de cuatro estrellas procedente del cuerpo de marines, también se encuentra sujeto a investigación por «comunicaciones inapropiadas». El sujeto de las mencionadas comunicaciones sería Kelley, la ebúrnea libanesa que, supuestamente, habría recibido emails amenazadores de Paula Broadwell, la amante de Petraeus. Al parecer, el hecho de que Allen también se viera implicado en el escándalo le fue comunicado a Leon Panetta, secretario de Defensa, el domingo por el FBI y, al cabo de unas horas, Panetta ordenó que se llevara a cabo una investigación. La tarea no va a ser fácil porque, según fuentes oficiales, ahora mismo el FBI está analizando entre 20.000 y 30.000 páginas de emails y otros documentos que se cruzaron entre Allen y Kelley entre 2010 y 2012.

De momento no se ha llevado a cabo ninguna comunicación en el sentido de aclarar si puede haber información clasificada en los mismos, ni tampoco si aparecen referencias a Petraeus. Allen se encuentra en una delicadísima situación tanto personal como institucional. Como oficial con mando, podría ser juzgado por un consejo de guerra si se descubriera que cometió adulterio, ya que esa conducta aparece tipificada en el código militar. Todo esto sucede en unos momentos en que Allen está ocupado en diseñar la estrategia de retirada de Afganistán, que debería comenzar en 2013 y concluir en 2014. Se trata de un cometido muy delicado, ya que con Petraeus la guerra de Afganistán llegó a un punto muerto y hoy no parece que se pueda llegar a un acuerdo con los talibanes ni tampoco que las autoridades afganas sean capaces de mantenerse en el poder tras la salida de los aliados. Se produciría así una situación muy similar a la de Vietnam tras la firma de los acuerdos de paz de 1973, cuando EE UU se retiró y el Gobierno survietnamita no pudo enfrentarse poco más de un año después con la ofensiva definitiva del Vietcong. Se suponía que Allen debía entregar un anticipo del plan de retirada a Panetta en el curso de las próximas semanas.

Allen de momento retiene el mando, pero no cabe duda de que la situación es muy espinosa. Como es lógico, la cuestión de fondo que se va perfilando es la de determinar quién era Kelley que mantenía una relación tan estrecha no sólo con Petraeus sino también con Allen. Ya es conocido que la familia de Kelley tenía relaciones de amistad con el ex jefe de la CIA, pero más allá de esa circunstancia, no es funcionaria ni empleada del Gobierno y su relación con las Fuerzas Armadas no iba más allá que la de ser lo que aquí se describe como una «relaciones públicas sin remuneración», en la base aérea de MacDill. Parece, pues, excesivo y sospechoso que desde esa posición mantuviera relaciones tan estrechas con dos generales de cuatro estrellas. No extraña que en los últimos días más de uno haya pensado con verdadero horror en la posibilidad de que nos encontremos ante un nuevo «escándalo Profumo» que ponga de manifiesto la porosidad del sistema de inteligencia occidental frente a los enemigos de la libertad.