
Balón de Oro
Silencio en el palco
El Real Madrid es un club fértil. Un término extraño éste, fértil. Afortunadamente, el periodismo deportivo permite ciertas licencias literarias, por lo que, a la postre, es un calificativo apropiado. Portadas, titulares, textos, parrafadas para quien guste, todo es poco para una actualidad que se sostiene siete días a la semana, 365 días al año. Bien.

Ayer, la entidad convocó a la Prensa para cubrir un acto de patrocinio: la compañía de vuelo Emirates es ya el nuevo mecenas del Real Madrid con un contrato de 25 millones de euros al año, un total de 125 millones en los cinco que contempla el convenio. Se nos convocó con un comunicado que prometía la presencia del presidente, Florentino Pérez, y jugadores de la primera plantilla. Máxima expectación en el palco presidencial. «¿Quién vendrá?». «Quizá Casillas y Ramos». «Por lo visto también viene Callejón», eran las frases entre la multitud de periodistas. La espera terminó pasadas las 13:30. Apareció el presidente, a quien siguió un tumulto de cables, cámaras y micrófonos: «¿Has pillado ese plano?». «Sí, sí, lo tengo». Porque todo es importante. Y tras él, ¡sopresa!, la plantilla al completo.
«Florentino sabe hacer bien las cosas», se escuchó. Y nosotros, encantados. Comenzó el acto con unas palabras del presidente «Ésta es una unión perfecta. Es un honor y un privilegio caminar, durante las próximas cinco temporadas, junto a una compañía que comparte muchos valores con el Real Madrid. Ambos son líderes y tenemos afán de expansión internacional». Máxima sobriedad, como exigía el acto. Pero el interés se situaba a la derecha del escenario. Sentados frente al público, los jugadores escuchaban con atención a su presidente. Ramos compartió alguna confidencia con Arbeloa, ambos en primera fila, y Coentrao se reía de cuando en cuando al recibir un susurro de Marcelo. Cristiano personificó la inexpresión y en la última fila, muy serios, Varane y Özil, entre otros. Poco más. «Bueno–pensábamos–, aún no ha llegado el momento del asalto». Terminó Florentino, foto de familia, todos juntos, sonrisas y aplausos.
«Ahora sí que sí». Nos agolpamos tras la cinta de seguridad, infranqueable, cuando intuimos que era el turno de preguntas. Y uno a uno bajaron del escenario y desaparecieron. Se esfumaron.
Los comentarios posteriores eran inevitables: «Es increíble que Mourinho no les deje decir una palabra». Al grito de «¡presidente!», logramos atraer a Florentino. «¿Es verdad que existe un contrato verbal con Neymar?». Armó una media sonrisa y contestó: «Hoy no hemos venido a hablar de Neymar, estamos aquí para hablar de Emirates». Qué decepción, con todo el respeto. El Real Madrid es un manantial informativo, es atrayente y exhuberante, pero no puede esperar que nos conformemos con oír, ver y callar.
La contrapartida al insustancial acto en el palco se encontraba en las oficinas del estadio. Lass acudió para negociar su salida teniendo ya la certeza de que no es del gusto de Mourinho, no del todo. Tampoco hizo declaraciones, pero su marcha se supone inminente. Manchester United, Tottenham, City y Galatasaray le pretenden, pero el jugador no saldrá por menos de 20 millones. No es el único que se va. El Madrid también ha puesto fin al culebrón Canales, le cede dos temporadas al Valencia, que se hará cargo de su sueldo. La «operación salida», sumida en un embotellamiento tras la venta de Garay, comienza a tomar forma. La urgencia de «Mou» se centra en Drenthe, un dolor de cabeza. Le queda un año de contrato con el club, pero el técnico no le quiere ni ver.
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