Cataluña

El auditor y ex pareja de Gemma Montull admite el descontrol público del Orfeó

Enric Fernández fue cesado por el Govern por desviar fondos del Palau

Salvador Oller, vinculado a Letter Gràphic, negó hacer facturas falsas
Salvador Oller, vinculado a Letter Gràphic, negó hacer facturas falsaslarazon

BARCELONA-Enric Fernández, uno de los auditores de la Generalitat que fiscalizó las cuentas del consorcio del Palau de la Música siendo pareja de la entonces directora financiera de la institución (la imputada Gemma Montull), compareció ayer ante la comisión de investigación parlamentaria para certificar que el Orfeo Català –uno de los tres vértices que formaban el triángulo fraudulento de la institución cultural– no estaba «bajo control», puesto que el Orfeó, una asociación privada, no podía ser inspeccionada por la Generalitat.Este diario avanzó el pasado septiembre que Enric Fernández era auditor de la Generalitat y pareja sentimental de Gemma Montull, una información que el Govern trató de disminuir tachándola de «prensa rosa». Cuatro meses después, Fernández fue cesado como auditor de la Generalitat después de que el departamento de Economía hallara unas facturas por valor de 97.000 euros desviados del Palau de la Música que demostraban el pago de unas obras en un piso que era propiedad de Enric Fernández y Gemma Montull Fernández se mostró muy tenso cuando se le preguntó por su antigua relación con Montull y, en concreto, por una anotación en sus diarios donde se podía leer «verificar algún tema que falla y comentarlo con Enric». Fernández corrigió al diputado de ERC que le planteó la cuestión y dijo que no era «falla» sino «falta» lo que escribió su pareja. En cualquier caso, desmintió que eso evidenciara falsificación en las cuentas. Su ex pareja comparecerá el lunes.

 

«Un desastre», según el ex contable- El ex contable del Orfeó Català Manuel Bertrand ofreció ayer un testimonio que resume a la perfección el desbarajuste que reinaba en el Palau de la Música, donde Fèlix Millet y Jordi Montull campaban a sus anchas, haciendo y deshaciendo sin que nadie les frenara. «Visto lo visto, todo era un desastre», dijo Bertrand, que relató que la junta se reunía una hora antes para aprobar las cuentas del Orfeó sin apenas interrogantes. «La confianza en ellos era total», afirmó Bertrand.