Mondragón

Tres elecciones marcadas por las protestas del día antes

La jornada de reflexión no impedirá hoy la presencia de miles de indignados en las principales plazas españolas. Como en anteriores citas electorales, las horas previas a los comicios vendrán marcadas por situaciones nada habituales en una jornada de estas características.

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Basta echar la vista atrás para recordar el asesinato a manos de ETA del ex concejal socialista Isaías Carrasco a dos días de las generales de 2008. Cuatro años antes, la jornada de reflexión estuvo marcada por los atentados del 11-M y por las manifestaciones frente a las sedes del PP, unos hechos calificados por Mariano Rajoy como «gravemente antidemocráticos» que tenían como objetivo «influir y coaccionar la voluntad del electorado», justo lo contrario que se espera del día previo a la cita con las urnas.

El 7 de marzo de 2004, el final de la campaña electoral se vio sacudido por el asesinato a tiros en Mondragón (Guipúzcoa) de Carrasco, que no llevaba escolta por decisión propia. La mujer de Carrasco, María Ángeles, y su hija mayor, Sandra, oyeron el tiroteo y salieron de la casa. Pero el edil socialista, que había recibido cinco disparos, agonizaba y falleció una hora después en el hospital de Mondragón. ETA había irrumpido en campaña y la jornada de reflexión del día siguiente estuvo marcada, inevitablemente, por el asesinato del concejal del PSE.

Cuatro años antes, España sufrió tres días antes de las elecciones generales el mayor atentado de su historia. El 11-M sacudió la campaña y volteó las encuestas, que mayoritariamente daban la victoria al PP. Mientras se abría paso cada vez con más fuerza la hipótesis de la autoría islamista de los atentados, el Gobierno no cerraba la puerta a que ETA estuviese detrás de los ataques a los trenes. Cuando todavía resonaban los ecos de las manifestaciones de «¡No a la guerra!», miles de personas empezaron a concentrarse frente a las sedes del PP de toda España al grito de «¡mentirosos!».

Poco importaba que se tratara de la jornada de reflexión. El PP denunció el «acoso» a sus sedes ante la Junta Electoral. El PSOE, mientras, se frotaba las manos. Su entonces portavoz y actual vicepresidente primero y ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, echaba más leña al fuego al reclamar para los españoles, en esas horas de reflexión, «un Gobierno que no les mienta, que les diga siempre la verdad».