Barcelona

Martín Begué uno y múltiple

El pintor y arquitecto Sigfrido Martín Begué, estrechamente vinculado a la llamada "movida madrileña", ha fallecido en Madrid a los 51 años a consecuencia de una complicación en la diabetes que padecía, según han informado a Efe fuentes cercanas al artista.

Fallece Sigfrido Martín Begué, pintor y arquitecto de la movida madrileña
Fallece Sigfrido Martín Begué, pintor y arquitecto de la movida madrileñalarazon

Fue un personaje señero de ese «revival» barroco que encarnó la Movida madrileña. Y si dicho movimiento se caracterizó por transversal y polifacético, Sigfrido Martín Begué (Madrid, 1959), quien falleció el 31 de diciembre a causa de una complicación en la diabetes que padecía y fue incinerado ayer, fue su más completo practicante: de formación arquitecto, era principalmente pintor y diseñador de mobiliario, pero también escenógrafo, ilustrador y comisario de exposiciones.

Según sus propias palabras, ese afán pluridisciplinar le mantenía tan bien preparado para «hacer una iglesia como una casa de putas. El encargo es el encargo, pero al final se acaba llevando a pequeño parque temático». A los diecisiete años realizó su primera individual, y en 1985 se licencia en la Escuela Técnica de Arquitectura de Madrid. Tres años más tarde, obtuvo una beca de la Academia de Bellas Artes de Roma. Del arte italiano aprehenderá la riqueza conceptual del barroco y la «emblemata», así como los misterios lumínicos de la escuela metafísica.

Sello Almodóvar
Su obra –independientemente de la disciplina adoptada– se caracteriza por una factura impecable, atmósfera onírica e inquietante, y una ironía culta, plagada de guiños al espectador. Como escenógrafo, realizó en colaboración con Eduardo Arroyo los decorados de «La vida es sueño», de Calderón en 1982. Su color favorito era el amarillo, y por esa razón se prodigaba más en los teatros italianos: «Aquí este color está maldito, y los actores son muy supersticiosos».

Cabe destacar su escenografía y vestuarios para el ballet «Coppelia», en el Teatro de la Ópera de Florencia, y «El barbero de Sevilla», para el Teatro Verdi de esa misma ciudad. En 2000, realizó una serie de «Ninots» para las Fallas valencianas, colaborando estrechamente con el taller de Manolo Martín.

Etiquetado prematuramente en la Nueva Figuración Madrileña, era amigo íntimo de Almodóvar. El director manchego posee algunos de sus cuadros, joyas y muebles, y los ha utilizado como «atrezzo» en numerosas películas, como se corroboró en la muestra «¡Almodóvar Exhibition!».
Compañero y amigo de Guillermo Pérez Villalta, su pintura fue evolucionando lentamente hacia el lado más metafísico de la figuración.

En sus obras aparecen en forma de objetos sus obsesiones y aficiones: la ópera y la música clásica, el mundo de los autómatas y los maniquíes, la perspectiva geométrica heredada del «Quatrocento» y un bagaje hermético que se plasma en composiciones perfectamente ordenadas, donde el color y la escala son de vital importancia. El resultado de estas obras son relatos, narraciones en el lienzo llenas de símbolos y guiños, donde todos los sentidos parecen estar presentes de una manera casi hedonista.

Su concepción del color era intuitiva; la selección de una gama cromática obedecía en Martín Begué a una lógica extraña, que tiene su porqué aunque no sea evidente. «El porque sí siempre tiene un porqué oculto, y además es inapelable», solía bromear. Si hubiera que distinguir algún rasgo de su talento artístico, éste sería su facilidad por encontrar elementos simbólicos fecundos y eficaces, dotados de grandes cargas de significado, que rescata de la religión, la mitología, la metafísica, la historia del arte, la literatura, la historia de la ciencia y del cómic.

A pesar de hallarse repartida en colecciones particulares, su obra forma parte también de los fondos de museos y fundaciones como el Museo Centro de Arte Reina Sofía, el Museo Municipal de Arte Contemporáneo de Madrid, la Colección La Caixa y el Museo Patio Herreriano de Valladolid.