Buenos Aires

Sangriento tiroteo entre narcos para vengar a «El Chayo»

Miles de peregrinos se mueven en un andar incansable, férreo. La Virgen de Guadalupe les aguarda en su aposento de Tecalitlán, al norte de Jalisco, y por eso se dan prisa. Las mujeres caminan con niños en brazos o en carritos, con la familia completa.

Un tiroteo en la localidad mexicana de Tecalitlán deja 13 muertos
Un tiroteo en la localidad mexicana de Tecalitlán deja 13 muertoslarazon


Después de la ceremonia con la luna bien alta, los feligreses se agolpan en la plaza principal para escuchar a los mariachis. Entre la multitud, algunos también portan la imagen de la Santa Muerte, sin saber que «la guadaña» los espera en esa misma plaza.

Una furgoneta roja estaciona a unos pasos de la dirección de Policía Municipal. Son varios hombres vestidos con gabardinas, algunos con sombreros charros, fumando y mascando chicle. Parecen disfrutar del espectáculo.

Cuando la piñata aparece en escena y varios niños intentan alcanzarla con sus palos, los cohetes y la pólvora anuncian el final del festejo y el comienzo de la masacre.
Los sicarios empiezan a disparar con sus AK-47 a quemarropa. Algunos utilizan recortadas que sujetan a dos manos, otros lanzan granadas. La confusión se adueña del lugar, y las mujeres lloran buscando a sus hijos con la cara ensangrentada. Finalmente, los 5.000 asistentes se dispersan.

«Estaba muy bonita la música de los mariachis y de pronto se oyeron muchos disparos y empezó la corrediza. Con el miedo agarré a mis nietos y nos metimos en una casa. Luego se oían gritos y groserías de los hombres. Cuando salimos ya había muertos regados», recuerda María Dolores, una mujer de 65 años.

 El tiroteo acabó con 11 muertos y 22 heridos, un saldo que se habría cobrado el cártel de «La Familia» para fulminar a posibles informadores, los que tal vez colaboraron con la Policía para que ésta acabara con su líder, «El Chayo», hace unos días en Michacán, durante una impresionante redada en la que murieron otras once personas, cinco de ellas policías federales.

Después de los tiros y el fuego, la plaza quedó desierta, pero los sicarios continuaron allí parados, observando el trabajo hecho. Dos caladas más al cigarro y se subieron a la furgoneta para desaparecer en el desierto. Horas después, las autoridades encontraban el vehículo estacionado en un camino rural, cerca del municipio de Zapotiltic, con dos cadáveres calcinados en su interior.

Curiosamente el cártel de «La Familia» es una secta que combina narco y lecturas bíblicas, y que se vanagloria de tener entre sus filas a «justicieros divinos». De poco les importó que la Virgen de Guadalupe fuera testigo de la matanza.