La Habana

Sebastián Martínez «Me temo que Carromero aún estará meses en prisión»

«Margallo logró mi expulsión por motivos humanitarios»

Sebastián Martínez «Me temo que Carromero aún estará meses en prisión»
Sebastián Martínez «Me temo que Carromero aún estará meses en prisión»larazon

MADRID- Sebastián Martínez Ferraté se recupera «despacio» junto a su familia en Barcelona. Este periodista y empresario español fue expulsado de Cuba el pasado 17 de enero, sólo 22 días después de que el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, jurara el cargo. Llevaba 18 meses en una cárcel para extranjeros de La Habana. Fue condenado a siete años por «corrupción de menores» tras la emisión de un reportaje sobre prostitución infantil realizado en 2008. Él cree que fue víctima de una trampa. Junto al periodista Javier Algarra, ahora cuenta su experiencia en el libro «Prisionero en Cuba», de la editorial LibrosLibres.
–¿Cómo fue su proceso de expulsión de Cuba?
–En mi caso fue por motivos humanitarios debido a mi gran deterioro físico y mental en la cárcel de La Condesa. En el año y medio que estuve preso ni Miguel Ángel Moratinos ni Trinidad Jiménez movieron un dedo. Nos decían que era mejor mantener un perfil bajo, no hablar con la Prensa, porque sería peor para mí. En cambio, García-Margallo se lo tomó como un caso personal y salí sólo 22 días después de que llegara al Ministerio. Llamaba a mi mujer constantemente para informarle de cómo iban las cosas. Ojalá hubiera estado en Exteriores cuando se produjo mi detención.
–¿Qué cree que puede ocurrir ahora con Carromero? ¿Qué se le estará pasando por la cabeza?
–Los cubanos son muy resentidos. Depende de la presión que ejerza el Gobierno se aplicará el convenio bilateral o se le expulsará, pero me temo que le harán pasar algunos meses en la cárcel. Espero equivocarme porque lo va a pasar muy mal. Él sólo estará deseando que le saquen de allí sea como sea. Al menos no han querido mezclar el tema político con el accidente, en eso ha tenido suerte. Le podían haber acusado de algo peor, de espionaje.
–¿Qué fue lo peor de estar entre rejas?
–Lo más duro es ver pasar el tiempo, sentado en una silla en un patio de cemento y con una enorme sensación de impotencia porque no has hecho nada de lo que te acusan. Estuve un año y medio comiendo pasta y arroz porque lo del comedor era horroroso. Había tantas moscas que no te podías llevar la cuchara a la boca. Y en las duchas tratabas de no tocar ninguna pared; estaban repletas de hongos. La primera vez que me di una ducha caliente a mi vuelta a España me puse a llorar.
–¿Queda algún ciudadano español en La Condesa?
–Sólo hay uno que estaba en mi misma celda. Se llama Juan Manuel Vives Cutillas y está condenado a 18 años por tráfico de drogas. Ya lleva tres en la cárcel y ha apelado al convenio bilateral, pero Cuba ni le ha contestado. Hablé hace poco con él y está hecho polvo.
–Imagino que le habrán prohibido la entrada a Cuba.
–Después de mi expulsión tengo prohibido volver durante los próximos dos años, aunque ni se me pasa por la cabeza. No regreso ni loco, y menos después de haber escrito el libro.
 

Exteriores, a la espera de una sentencia firme
El ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, aseguró ayer que sólo se comenzará a negociar con el Ejecutivo cubano la repatriación de Ángel Carromero cuando la sentencia que le condena a cuatro años por homicidio imprudente sea firme. La Fiscalía cubana y la defensa del dirigente de Nuevas Generaciones tienen diez días hábiles para apelar. Si ambas partes no recurren, como parece previsible, a partir del 29 de octubre «empezará la labor diplomática» para «lograr el indulto, la expulsión o el cumplimiento de la pena en España», explicó Margallo, quien añadió que hará «toda la labor diplomática posible» y con «toda la discreción que estas cosas requieren para lograr que cuanto antes Ángel Carromero esté entre nosotros». Si la familia decide recurrir al Tribunal Supremo Popular, la salida al caso podría demorarse meses. El ministro, que tiene pendiente una reunión con su homólogo cubano una vez que la sentencia sea firme, no quiso comentar la decisión judicial. Tampoco el entorno de la familia quiere hacer ninguna declaración.