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Juliana Alves: «En los culebrones prefería ser la mala»

Profesión: chef y propietaria del Santo Restaurante&Deli (Madrid).Nació: en 1974, en Brasilia.Por qué está aquí: cambió las telenovelas por la cocina.

Juliana Alves: «En los culebrones prefería ser la mala»
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–Hace cocina mediterránea con sabores brasileños. ¿Eso es mezclar la sardana con la samba?
–Algo así, pero más que de mezclas o fusiones a mí me gusta hablar de influencias. He viajado mucho y eso está en mi cocina.

–Trabajó como actriz de culebrones durante diez años en Brasil. ¿Prefería ser la buena o la mala?
–Siempre la mala. Es mucho más divertido. Además, la buena es más difícil de interpretar.

–Me imagino que algo le decepcionó...
–Sí. Después de haber estudiado un montón, los productores me pedían que me liara con el galán de turno para promocionar la serie. No era serio.

–Así que no tragó...
–No tragué, no me vendí. Me gustaba el oficio, pero no lo que le rodeaba: los líos ficticios para salir en la prensa sensacionalista y todo eso.

–Vino a España a aprender castellano y acabó poniendo un restaurante...
–Es que encontré en la cocina mi gran vocación, mi devoción.

–Devota: por eso su restaurante se llama Santo, ¿no?
–Los santos tienen mucha importancia en Brasil, tierra de santería. Pero yo le puse Santo porque, para mí, la cocina es un templo.

–Hay pocas mujeres en el templo de la gastronomía...
–La cocina es un mundo muy machista y la mujer tiene que pelear mucho para llegar a mandar en ella.

–¿Los hombres son mejores en la cocina profesional?
–No. La cocina es técnica, y eso se aprende. Pero es un trabajo muy duro y hay pocas mujeres que se crean capaces de aguantar esa dureza.

–Lo brasileño es sinónimo de afrodisiaco. ¿Su cocina también lo es?
–Alguna cosa hay. Por ejemplo, la moqueca, un guiso de pescado con leche de coco un poco picante. Si falta picante, falta maldad. Y la «maldad» es muy necesaria en todo afrodisíaco.

–Cuentan que el amor engorda y el desamor adelgaza...
–Ah, sí: yo he adelgazado mucho por culpa del desamor.

–Ferran Adrià dice que con la crisis llega la creatividad: el hambre nos hace pensar más y mejor...
–Yo no pienso bien con hambre; lo que sin duda empuja es un poco de necesidad.

–«Nadie puede ser sensato con el estómago vacío» (George Elliot).