Crisis económica

Recuperar valores: esfuerzo y excelencia por Baldomero Falcones

Recuperar valores: esfuerzo y excelencia por Baldomero Falcones
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Cada vez que pienso en que casi la mitad de nuestros jóvenes no tiene trabajo, encuentro razones morales para defender la necesidad de las reformas, no sólo en la economía, sino sobre todo en la mentalidad de nuestro país. El desempleo es la expresión más dramática de la crisis económica, cuya fuente es ahora la desconfianza que genera el país en los mercados financieros. Las incertidumbres acerca de la capacidad de España para generar crecimiento y devolver su deuda, unidas a los miedos que provoca el efecto del pinchazo de la burbuja inmobiliaria en los balances de las entidades financieras, impulsan el encarecimiento de la financiación que necesitan tanto la Administración pública como las actividades privadas.

El ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, ofrecía recientemente un dato muy revelador: la deuda privada del país ha pasado del 6% del PIB al 60% en apenas seis años, desde 2003 a 2009. Adicionalmente, la deuda pública ha crecido en apenas tres años del 32% del PIB al 70%, en una progresión que los mercados consideran muy negativa por su celeridad.

En consecuencia, el país debe afrontar un proceso de reducción de su endeudamiento colectivo. Y, de hecho, lo está haciendo. Sin embargo, el mensaje de que el país, tanto en su vertiente pública como en la privada, está haciendo los deberes no ha calado aún en los mercados. Y no creo que el mundo financiero esté esperando mayores reformas, sino que las ya emprendidas ofrezcan resultados visibles, especialmente las que se refieren al sistema financiero y al coste de las administraciones públicas.

España tiene que hacer lo que dice y decir lo que hace. Ello requiere un esfuerzo de comunicación muy importante, tanto hacia el interior como hacia el exterior. Hacia el interior porque tenemos que recuperar la confianza de los españoles en sí mismos, de tal suerte que el actual pesimismo acerca de la situación económica sea sustituido por la convicción de que el país será más competitivo tras este ciclo depresivo y ofrecerá nuevas oportunidades laborales y empresariales. Y hacia el exterior porque los mercados se alimentan de percepciones; de hecho, anticiparán los resultados de las reformas en el momento en que crean que surtirán los efectos buscados.

La crisis es una oportunidad para propiciar un cambio estructural y cultural hacia una sociedad más emprendedora y menos dependiente de lo público. En este sentido, hay que recuperar valores como el esfuerzo, la excelencia y la competencia. Valores que deben ser inculcados desde la escuela, que también debe ser objeto del programa de reformas.

Es fácil culpar al Gobierno de que su política de comunicación no está siendo eficaz para cambiar la percepción sobre nuestro país. Sin embargo, la marca España no sólo es una responsabilidad del Ejecutivo, sino que alcanza a todas las instancias políticas, económicas y sociales que han de actuar como agentes de comunicación. Bien es cierto que el sonido que emita este coro nacional no será armónico si no se lidera la interpretación de la partitura.

Es responsabilidad de todos construir un nuevo clima de confianza para que los españoles no piensen qué puede hacer el Estado por ellos, sino qué puede hacer cada uno por nuestro país y por nuestra tribu. Pero, sobre todo, para que nuestros jóvenes no se planteen emigrar sino emprender y aseguremos un futuro de trabajo y bienestar para todos.