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De buena pasta por Carlos Abella

La Razón
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Quien haya escuchado las primeras palabras que el Presidente electo Mariano Rajoy dirigió desde el balcón de la sede del PP en la noche del 20-N, sin duda habrá apreciado, quizás con alguna sorpresa, que aquel discurso no era el habitual en un candidato triunfante.
En primer lugar se dirigía a todos los españoles antes que a los militantes y simpatizantes de su partido. En segundo lugar, ni en los gestos ni en las palabras había la euforia expansiva del triunfador. Por el contrario, su primer discurso traslucía enteramente su personalidad definida por su cortesía –su respeto hacia Zapatero y Rubalcaba–, su amplitud de miras –se dirigía a todos los españoles, sin exclusiones de «cordones sanitarios» , ni de «actas notariales»–y su humildad, al saber que su compromiso radica en contar y dialogar con todos. Y esa es la gran diferencia. Ese es el cambio. Ahora hemos elegido un Presidente de buena pasta. Un Presidente de buena crianza –su primera llamada fue para su padre–; de buena educación –su respeto a sus adversarios políticos–; de buen juicio –sus únicos enemigos serán el paro y la crisis–; y, en definitiva un Presidente con sentido común –sin rencillas ni divisiones artificiales que le distraigan de lo único que es necesario: el esfuerzo solidario para que España vuelva a ser una gran nación unida y determinante en Europa. Y además, y por añadidura, su preparación personal y su amplia experiencia política, sus anunciadas prioridades, hacen esperar su elección de un gobierno de personalidades destacadas en cada uno de los ministerios, que conozcan las materias que tiene que tratar y no arrivistas sin títulos y sin competencia. Personalidades que permitan al país salir del atolladero donde le ha metido aquellos que hacían de la exclusión su política y de la división de los españoles su fin.
Estamos, como ha dicho Rajoy en su discurso «en una hora decisiva para España». Creo que los españoles hemos acertado confiando en él. Tiene buena pasta. Esa pasta que hace de un político un hombre de Estado. Como hombre veraz, nos ha advertido que no hay que esperar milagros, pero que con trabajo, seriedad y constancia ganaremos el futuro. No dejemos que los impacientes, los pancartistas, los negativos entorpezcan nuestra recuperación. Seamos solidarios y ayudémosle, porque confiando en Rajoy ayudamos a crear la confianza que España necesita. Que sea en buena hora.

Carlos Abella
Embajador de España