Panamá

El viaje en «extinción» del cachalote en el Mediterráneo

El viaje en «extinción» del cachalote en el Mediterráneo
El viaje en «extinción» del cachalote en el Mediterráneolarazon

Su cabeza cuadrada de colosales dimensiones, que les ayuda a localizar sus presas mediante el sonido, las hace fácilmente reconocibles. Los cachalotes, las ballenas odontocetas más grandes que habitan los mares, son una de las especies más amenazadas en el Mediterráneo, junto con el delfín común y los rorcuales. A pesar de estar catalogadas como Vulnerable a nivel global, los cachalotes en el Mare Nostrum están clasificados como En Peligro, según un informe de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) publicado esta semana.

Varios son los motivos. La subpoblación de cachalotes en el Mediterráneo se ha reducido en los últimos 20 años por el impacto de determinadas artes de pesca, las colisiones con buques y las perturbaciones del tráfico marino. Aunque no existe una estimación fiable, se cree, según UICN, que hay unos pocos cientos de ejemplares en el Mediterráneo. «El 83 por ciento de los ejemplares varados en Canarias es por colisión y en Grecia los datos son similares», explica Luis Suárez, responsable de especies de WWF, organización que hace dos años puso en marcha, junto con la Sociedad para el Estudio de los Cetáceos en el Archipiélago Canario, un proyecto para estudiar estos ejemplares con el fin de recopilar información que permita mejorar su conservación.

Al ser grandes buceadores, los cachalotes raramente son vistos en la superficie, lo que hace que los conocimientos que se tengan sobre su biología y estatus sean escasos. Prefieren estar a unos 2.000 metros de profundidad y, aunque se trate de una especie migratoria, en el Mediterráneo éstos no se producen. Son poblaciones de grupos familiares en los que conviven hembras y crías, y son los varones los que se desplazan. Aunque el viaje es más de exploración. «Puede haber algún intercambio de población, pero no es lo habitual, lo que también explica que estén en peor situación que el resto de poblaciones. De las proximidades de Grecia van a una zona que hay entre Sicilia y la península italiana, después al Golfo de Lyon, a la parte sur de las islas Baleares, al Mar de Alborán, al Estrecho y a Canarias», precisa.

Otros problema que tienen son: «la contaminación acústica, los plásticos, así como el tiempo que tardan en tener crías. Y es que, una vez que la hembra se convierte en reproductora (los machos a los 15-20 años, las hembras un poco antes), tras la cópula y si todo va bien, tardará entre 14 y 16 meses en traer al mundo un sola cría y después tendrán que pasar entre tres y cinco años para que vuelva a tener otra.

Por otra parte, la Comisión Ballenera Internacional, que se ha reunido esta semana en Panamá, no ha logrado los votos suficientes para aprobar el Santuario para ballenas en el Atlántico Sur.