Libros

Festival de Cannes

«Pan negro»: Esplendoroso luto

Dirección y guión: Agustí Villaronga, según novela de Emili Teixidor. Intérpretes: Francesc Colomer, Nora Navas, Sergi López, Laia Marull. España, 10. Duración: 108 min. Drama.

La Razón
La RazónLa Razón

Agustí Villaronga ha hecho una película que va de luto. Vestida con un largo sudario de seda, significa el certificado de defunción del cine de la posguerra española. Y no era empresa fácil, teniendo en cuenta el empecinamiento de las películas de tazón de leche y alpargata en reafirmar sus tópicos. La mirada del niño sobre la miseria adulta, los hábitos del mundo rural, la poesía que exudan los héroes y los villanos que nunca acaban de serlo del todo son elementos que encontramos en el subgénero «guerra civil española», y que Villaronga, con su predilección por lo siniestro, ha llevado a su terreno. «Pan negro» es una tragedia griega pero también es un cuento de hadas granguiñolesco, un melodrama truculento que no hace ascos a nada.

Cierto es que «Pan negro» empieza demasiado bien: la brutal secuencia de arranque, con un caballo con el cráneo aplastado cayendo por un barranco, parece definir el clima de violencia en el que la mirada de Andreu (Francesc Colomer) se hará adulta. Es un prólogo que condiciona el ritmo de lo que resta de película, y que lo lastra un poco, como si Villaronga no hubiera encontrado el modo de explicar la compleja red de relaciones que se establecen entre los personajes. Cuando la madre, Florencia (excelente Nora Navas), coge las riendas centra sus objetivos: se reevalúa el concepto de heroísmo y de traición a través de la conflictiva figura del padre y se potencia el tono surreal de la atmósfera, que cristaliza en una perturbadora secuencia en la que una niña quiere enterrar su mano disecada y que habría hecho las delicias del René Clément de «Juegos prohibidos».