
Escritores
Corazón partido por Marina CASTAÑO

El que sea capaz de aseverar que nunca le han roto el corazón, que tire la primera piedra. Quien ha tenido repetidas veces esa amarga experiencia pensará que hay más vida después del «corasón partío», y que un clavo siempre quita otro clavo. Pero de lo que hoy quisiera hablar es de un artículo visto en un diario colombiano, en el cual se dice que los desengaños amorosos producen malestares físicos, y que en las mujeres estos trastornos se manifiestan de forma más acusada. Una infidelidad, una ruptura o el rechazo de un amor pueden provocar tanto daño en los centros de dolor del cerebro como una herida física. Sí, es cierto que no sólo el ánimo se ve quebrado, la autoestima se viene abajo y el espectro de la depresión profunda planea sobre la cabeza de quien tiene el corazón roto, porque así como el equilibrio emocional es complementario de la buena salud, las emociones negativas pueden generar alteraciones orgánicas. La Asociación Colombiana para el Estudio del Dolor, explica que el cuerpo de las personas anímicamente afectadas aumenta la producción de unas sustancias conocidas como las catecolaminas, que elevan la presión arterial y aumentan la frecuencia cardiaca; de no corregirse, el problema puede desembocar, progresivamente, en daños coronarios e infartos cerebrales, entre otros problemas graves. También hay que tener en cuenta que disminuye la producción de dopamina, de serotonina y de endorfinas, con lo cual se ven afectadas las funciones del sueño, del apetito y de la actividad física, así como ausencia de apetito sexual. ¿Qué hacer ante tamaña situación que la cabeza califica de catastrófica? Pasar el duelo, detenerse, revisar, llorar incluso y, ya entonces, tomar distancia, tomar el aire, tomar el sol, que es un buen antidepresivo, y mirar hacia delante. Que una mancha de mora, con otra verde se quita.
✕
Accede a tu cuenta para comentar

El "no" por respuesta