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Rusia

«Ispansi» un rublo 14 pesetas

En su segundo filme, Carlos Iglesias recuerda a los niños de la guerra enviados a Rusia

«Ispansi», un rublo, 14 pesetas
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«Me salió un niño tan guapo que quise ir a por la parejita», así de abierto se muestra Carlos Iglesias, un sorprendido director de éxito gracias a «Un franco, 14 pesetas». El actor está dispuesto a seguir explotando la provechosa veta que halló en el primer filme: la emigración española tras la Guerra Civil. Si en su ópera prima dramatizó los recuerdos de su infancia en Suiza, ahora ha explorado los de 37 niños de la guerra que fueron enviados a Rusia, sazonada con un recuerdo de la infancia, el relato de su madre sobre un mujer que murió de pena al saber que su hijo había sido enviado a Leningrado. Tampoco oculta el protagonista de la célebre serie «Manos a la obra» que sus pretensiones cinematográficas son escasas: «Mis películas tienen que ver más con la historia que con la forma. Me interesa lo que cuento, lo otro lo dejo en manos de mi amigo Tote Trenas –el director de fotografía–, que de eso sabe mucho». Pues para recrear la Rusia central de aquel tiempo tuvieron que trasladarse a rodar a Suiza, concretamente al cantón de Jura, donde se encontró con los paisajes adecuados, la financiación de las autoridades helvéticas, una colonia de 900 niños de descendientes españoles que hablaban castellano y la nieve asegurada que «en España sólo era posible a partir de los dos mil metros, cuando el paisaje es ya desértico», aclara el realizador».

Más allá de las terribles circunstancias que rodearon a los niños de la guerra: el hambre, el frío, la persecución de los nazis... el filme es, cómo no, la historia de amor de dos polos opuestos irremediablemente atraídos: un militante comunista y una joven burguesa y católica que huye a Rusia en busca de su hijo, que había dejado en un orfanato al tratarse de una madre soltera. Admite aquí Iglesias que ésta es la parte menos novelesca del guión, pues, aunque parezca extraño, la colaboración entre personas de los dos bandos se dio mucho fuera de nuestro país: «Cuando empecé a documentarme me sorprendieron infinidad de cosas, y eso que creía que sabía mucho sobre este tema. Uno de los niños de la guerra me contó que le había salvado la vida un falangista en Leningrado, que, al escucharle hablar español, no permitió que los alemanes se lo llevaran. Ocurrió lo mismo con una aldea de judíos sefarditas que la División Azul no los dejaron llevarse. Me han llovido los mails de personas de uno y otro bando».


Una trilogía
Carlos planea cerrar su estudio sobre la inmigración española con un tercer filme, esta vez en clave de comedia, tras esta cinta y «Un franco, 14 pesetas». No quiso dar más detalles por miedo al plagio, pero reconoce que encontró un territorio virgen, pues no había más que un precedente, en clave de caricatura: «Vente a Alemania, Pepe».