Bruselas

Bruselas propone eliminar los coches diésel y gasolina

El petróleo se agota, la era del crudo barato ha terminado y nuestros principales proveedores son de todo menos estables (o su estabilidad depende de un puño de hierro). Con la vista puesta en acabar con la petrodependencia, y reducir hasta en un 60% las emisiones de CO2 del sector más contaminante, la Comisión Europea presentó ayer sus ideas motoras para el futuro del Transporte

 
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Buenos propósitos y poca concreción porque se mira a 2050, siendo siempre estos horizontes tan amplios con los que la Comisión hace sus propuestas más ambiciosas, que luego se aguan en la discusión con los Estados miembros, la presión de los grupos de interés o sus propias cautelas.

En esta ocasión, entre los brindis al sol por un transporte más limpio y seguro, Bruselas cuela en su Libro Blanco tres ideas que podrán atragantar a más de uno de continuar en el disparadero: sacar todos los automóviles convencionales de los centros urbanos para mediados de este siglo, limitar la velocidad por carretera para reducir la factura energética y los accidentes, e introducir un sistema de peajes para los usuarios del coche en las ciudades y carreteras, que cubra el impacto ambiental, acústico o el mantenimiento de las mismas infraestructuras.

El pasado año, los europeos pagaron alrededor de 210.000 millones de euros por las importaciones de petróleo. «Si no encaramos esta dependencia del petróleo, la posibilidad de la gente para viajar, y nuestra seguridad económica, podrían quedar gravemente impactadas, con consecuencias directas en la inflación, la balanza comercial y la competitividad global de la economía de la Unión Europea», afirma el documento. El «desafío» es romper esta dependencia sin comprometer la movilidad o la eficiencia.

El primero de los golpes de efecto es sacar los coches diésel o gasolina del centro de las ciudades. La Comisión no dice de momento cómo alcanzar este «objetivo muy desafiante», tal y como lo presentó ayer el responsable de Transporte, Sim Kallas, durante la rueda de prensa. Aunque sí se le ve por donde pueden ir sus propuestas en un futuro cercano al defender nuevos recargos con la idea de «quien contamina paga». «Los peajes viales son considerados cada vez más como una alternativa para generar ingresos e influir en el tráfico y en las costumbres de desplazamiento». Por ello, el objetivo a largo plazo es aplicar recargos a todos los vehículos y en todas las redes que reflejen en el mantenimiento de la infraestructura y el tráfico, la contaminación acústica y del aire, dice el documento, en el que se vuelve varias veces sobre el mismo principio.

Bruselas no tiene competencias para tasar el transporte, aunque parece inclinarse por la vía de los peajes para limitar el tráfico rodado en las ciudades, (tal y como ya se hace en la UE en Londres, Riga o Valeta); al respecto, se prevé que presente una serie de orientaciones en el futuro. El objetivo intermedio es reducir a la mitad el número de coches en los centros urbanos antes de 2030. La Federación Internacional del Automóvil respaldó la intención de sacar los vehículos contaminantes de las ciudades por los nuevos vehículos híbridos o aquellos más eficientes. Aunque avisó de que para alcanzar el objetivo a largo plazo (que tendrá que apoyarse en los coches eléctricos) la Comisión deberá romper las barreras que tiene el consumidor con estos coches verdes, como son sus altos costes o la necesidad de estandarizar las estaciones de recarga en la red. Desde el lado público y el sector privado se ha señalado insistentemente que esta falta de homogeneización en las estaciones para recargar las baterías de los coches eléctricos es uno de los principales obstáculos que encuentra para su desarrollo. El otro frente para atajar el abuso de las cuatro ruedas es la carretera; la Comisión quiere que la mitad del transporte de pasajeros y mercancías se desplace al tren o a otros medios. Como ya ha hecho el Gobierno español. Pero como no gustará en Alemania, la Comisión sugiere además «examinar aproximaciones para limitar el máximo de velocidad para los vehículos comerciales ligeros, para reducir el consumo de energía, reforzar la seguridad en la carretera y garantizar la igualdad». El número de víctimas en carreteras en la UE casi se redujo a la mitad durante la pasada década, pero aún en 2009 murieron 34. 500 personas sobre el asfalto en la UE.


Indignación entre los fabricantes de coches
La respuesta de los fabricantes de vehículos a los planes de Bruselas fue fulminante. La Asociación de Constructores Europeos de Automóviles (Acea) rechazó de plano la propuesta de la Comisión Europea, a la que pidió «cautela» y que no se decante por ninguna tecnología. Acea es partidaria de que las instituciones mantengan una posición de «neutralidad» en relación a las tecnologías del transporte por carretera, con el fin de defender los intereses de la sociedad europea y de la competitividad de la economía de la UE. La organización también rechazó la idea de sustituir por obligación el transporte por carretera por el ferrocarril o el fluvial en distancias superiores a 300 kilómetros.


LAS CLAVES DEL PLAN DE TRANSPORTES

LA DEPENDENCIA del petróleo :Sin diésel y sin gasolina
La Comisión propone sacar todos los automóviles convencionales de los centros urbanos para mediados de este siglo. Con la intención de acabar con la dependencia del petróleo que tiene el transporte, la nueva estrategia de la CE para 2050, insta a que los vehículos de diésel y gasolina dejen de circular por los centros urbanos.

Ahorro energético: Medidas ya conocidas
Bruselas propone para el horizonte 2050, la regularización del límite de la velocidad por carretera para reducir la factura energética.
La Comisión Europea insiste en un sistema de peajes para los usuarios de vehículos, tanto en ciudad como en carretera, que cubra el impacto ambiental y acústico, y promueva el ahorro energético.

Contaminación reducida: Establecer sanciones
Los peajes viales se contemplan como una alternativa para generar ingresos e influir en el tráfico y en las costumbres de desplazamientos, según la Comisión Europea. El objetivo a largo plazo es aplicar recargos a todos los vehículos y en todas las redes que reflejen la contaminación acústica y del aire, con la premisa de «que quien contamina, paga».
menos vehículos

Menos vehículos: La intención, limitar el tráfico
Aunque Bruselas no tiene competencias para tasar el transporte, la comisión parece apostar por los peajes para limitar el tráfico rodado en las ciudades.
Además, apuesta por un menor número de vehículos y presenta como objetivo la reducción a la mitad del número de coches en los centros urbanos antes de 2030.