El Palau en crisis

Esta tarde se abre temporada en el Palau de les Arts valenciano. El presidente Zaplana pergeño un inmenso proyecto cultural que ha beneficiado enormemente la imagen de Valencia pero que a la postre ha resultado exagerado en sus dimensiones. La ópera es una parte de él. Helga Schmidt creó con su beneplácito y el de su sucesor Camps un teatro de referencia internacional en muy poco tiempo. Hoy los programas de mano del Metropolitan neoyorquino mencionan el Palau de les Arts como la Scala o Munich. El mundo musical sabe que el teatro cuenta con una de las mejores orquestas de foso del mundo. Todo esto naturalmente cuesta dinero. La crisis se ha dejado sentir y los recortes han llegado, algunos de ellos de mala manera, a través de aprobaciones y denegaciones en patronatos convocados en días sucesivos. Así no puede funcionar institución alguna.

El nuevo presidente Fabra y su consejera de cultura han de meditar. Podrían decirme que primero hay que comer. Sí, pero la cultura también es alimento pero, claro, alimento de futuro. No puede tirarse por la borda todo el trabajo realizado, no puede dilapidarse el capital de imagen acumulado en estos cinco años, porque sería una grave irresponsabilidad. Cualquier buen gestor de la empresa privada sabe lo difícil que resulta volver a poner en marcha un proyecto que se abandona. Cierto es que hay que establecer prioridades, pero también que basta aplicar un poco de imaginación para componer unos recortes que no estropeen proyectos culturales, sino que vayan acompañados de mejoras en la eficiencia de gestión y en ello, que es general, no sólo tienen un papel las comunidades o ayuntamientos sino el propio Estado, cuyo INAEM precisa aplicar presupuestos en base cero. El cambio de modelo es absolutamente necesario pero ¿acaso los gestores actuales están preparados para ello, saben lo que es un PPBC? El cambio ha de empezar por los gestores administrativos sin preparación técnica alguna.