Tour de Francia

Ciclismo

La gran escapada por Julián REDONDO

Luis García Berlanga, durante el rodaje de «Moros y cristianos»
Luis García Berlanga, durante el rodaje de «Moros y cristianos»larazon

Confesó Berlanga tres vicios, por este orden: «El ciclismo, el Valencia y la literatura erótica». De ciclismo hablaba, como un aficionado más, y escribía cuando algún medio lo requería. Muchos años antes, cuando con 15 descubrió que «la política era una cagada», soñó con una bicicleta de carreras y le compraron una de paseo.

Una etapa interminable
Participó en una prueba de juveniles y llegó el último. Terminó a una hora del primero. Recurrir a la clasificación fue innecesario, por evidente, y enseguida supo lo que no podía ser, un émulo de Luciano Montero, de Escuriet, de Cañardo o los Trueba, aquellos ídolos suyos. Quizá no fue casualidad que el protagonista de su decimoséptima y última película, «París-Tumbuctú», fuera un ciclista, peregrino, surrealista, de nuevo el extravagante y genial Michel Piccoli, «Tamaño natural»; o que el título del largometraje tuviera nombre de etapa, interminable, eso sí.
Su paisano Luis Puig, el que fuera presidente de la Unión Ciclista Internacional antes de que esta federación se convirtiera en un nido de víboras, le llevó de invitado en su coche para seguir algunas etapas de la Vuelta; como Puig era parco en palabras, «no me decía nada», no le diseccionaba la carrera, no le explicaba el porqué de algunos lances, descubrió el ciclismo en la televisión. Y también nuevos mitos. Admiró a Eddy Merckx, «el más grande, un "Caníbal"que lo quiere ganar todo»; le conquistó Jacques Anquetil: «No se cuida, disputa una etapa y se pasa la noche jugando al póquer». Anquetil murió joven, a los 53 años, casi una vida menos que Luis García Berlanga. Disfrutó con Perico e Indurain, con Casero, su paisano, y añoró ver a Fernando Escartín vestido de amarillo al final de la gran escapada.