Sevilla

Estás en un «after»

La Razón
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Sábado a las 11:43 minutos de la mañana. En el muelle de las Delicias de Sevilla pica el sol como si cayeran ortigas de punta. La música que escupen unos bafles gigantes se escucha en Pino Montano. Del «Waka Waka» de Shakira se pasa a «La Bomba» de King África y de ahí a Coldplay y a las maracas brasileñas. La hinchada ronda las 6.000 personas. Algunos botan en la grada. La entrada es gratis. Y en esas suena el teléfono:

–¿Y ese ruido a estas horas, estás es un «after»?
–En algo parecido. El PSOE-A presenta a los candidatos de las grandes capitales y viene Rodríguez Zapatero.

Esto es verídico, como diría el gran Paco Gandía. Uno se levanta a las nueve de la mañana, coge la libreta, se va a cubrir un mitin y corre el serio peligro de que lo confundan con la canalla que se bebe los últimos cuartos de cubata en los bares que quedan abiertos. Algo grave, por tanto, debe estar pasando en el ruedo público.

Treinta años y unos cuentos meses van desde la «gira histórica» del referéndum del 28 de febrero, que animaron Silvio, Carlos Cano, los hermanos Amador o Camarón, hasta el mitin discotequero del sábado. De Camarón a King África y de Felipe González a Rodríguez Zapatero. Degenerando como el banderillero de Belmonte va esto. Y para darse cuenta, insisto, no hay más que irse a una mañana de mitin. Con gorra y con el teléfono apagado, claro.

El sábado los alcaldables socialistas se vieron en el embarazoso trance de que los introdujera una dicharachera presentadora, que repartió oles y arsas con acento madriles y que les dirigió afiladas –afiladísimas– preguntas. Por ejemplo, el candidato a la Alcaldía de Benalmádena tuvo que desvelar a quién se llevaría a una isla desierta. El munícipe –graciosísimo– dijo que lo primero que cogería es un Espidifen 600 para calmarse el catarro. Hubo otros, como el de Estepona, que dijo que, «con permiso de mi mujer», su momento del día preferido es el que comparte con los ciudadanos. Tanto aleteo hueco hay en un mitin, que es difícil no acordarse de aquella frase de Mark Twain: «En caso de duda, di la verdad. Confundirás a tus enemigos y desconcertarás a tus amigos».